El quedarse calvo siempre jode, pero para un rockero es trágico hasta el punto de querer ocultarlo a toda costa.
La cola de entrada al Azkena Rock Festival funciona como extenso muestrario de pelos ralos, tupes levantados con toneladas de brillantina, frentes inmensas, flequillos que surgen desde la nuca o rayas al medio de dos dedos de grosor.
Siempre será mejor una salida digna, emular al Dios Halford y gritar BALD AND PROUD!
19:30h. BLACK COUNTRY COMMUNION. IT´S ONLY ROCK N' SOUL.
Ese país negro nombra la región inglesa del West Midlands conocida por su oscura atmosfera, producto de los desperdicios emanados de las fábricas de elaboración del carbón de la zona.
Pues una atmosfera igual de espesa comenzó a generarse en el escenario Solomon Burke cuando los instrumentos de esta banda empezaron a zumbar.
En el corto tiempo del que dispuso este supergrupo, demostró que se desmarcan del resto de agrupaciones que aúnan diferentes músicos consagrados. En su apuesta, se mantienen en la tradición rockera de los 70,pero esquivan con estilo el simple revival, habida cuenta de la frescura evidente en sus ya dos discos editados.
Temas como One Last Soul (adoro esta canción!), Black country, Man in the Middle, Save me.. suenan a gloria en directo y fueron recibidos con agrado por los buenos aficionados al rock de quilates que ya empezaban a poblar Mendizabala.
Pero hablar de Black Country Communion, es hablar de Glenn Hughes.
La pegada del hijísimo Jason Bonham o la polivancia a las seis cuerdas de Bonamassa, no hacen sombra al maestro.
Verle pasearse por el escenario con ese aura de classic rock star ya vale el precio de la entrada. Mas aún, si la casi sexagenaria voice of rock todavía aúlla como un demonio mientras los riffs que arranca de su bajo retumban en todo el recinto.
Auténtico crossroads del hard rock que, en su nuevo proyecto, consigue sumar el aroma zeppellin a un delicioso guiso que hermana sus justificadas referencias al Purpura Intenso con las mil y una aventuras que pueblan una carrera sin fecha de jubilación.
Como guinda, una incendiara versión (nunca mejor dicho) del Burn purpleiano que sella una actuación que merecía un puesto de mayor tronío en el orden de grupos de esta primera jornada del ARF.
20:45h. THE CULT. EL CAMINO DEL EXCESO.
Billy Duffy se acomoda su Gibson blanca y resopla. Parece que hoy será un día duro en la oficina para el arisco guitarrista.
En sólo una canción, al aún más arisco vocalista Ian Astbury, le ha dado tiempo para lanzar de una patada el monitor al foso de los fotógrafos y partir en dos la pandereta con la que acompañaba la mítica Fire Woman.
No es el mejor inicio, más aún cuando el atuendo del cantante, parece más propio de la Tuna de Derecho de la Universidad de Salamanca que del dios del rock gótico que reinó en Europa en los 80.
El fantasma del desastre sobrevuela Mendizabala.
Entre las posibles causas de la mala predisposición del antiguo Wolf Child pueden estar el tener que tocar de día, la ingesta de sustancias varias, o, yo me decanto sobre todo por esta posibilidad, la humillación de pasearte por la entrada del recinto y que nadie, repito NADIE, yo incluido, repararse en su presencia para pedirle un triste autógrafo.
Demasiado castigo para el inestable ego de Mr. Astbury.
Anyway, un concierto en el que suenan Eddie (Ciao,Baby), Rain, Wild Flower, She Sells Sanctuary, y Sweet Soul Sister jamás será un mal concierto.
La avalancha de hits mitigó la vergüenza ajena de contemplar al grueso Astbury entonando un recurrente campioness, campioness…o verle dirigirse, una y otra vez, a un imaginario Mr. Pisso, que sólo él veía.
Aún así, el final fue inmejorable: una joya del hard británico y mundial, la irresistible Love Removal Machine (best song ever!) fue el primer aldabonazo de la noche y sacudió los cuerpos del, ya considerable, público que se desgañitó con el ain´t talking about love del estribillo.
22:15h. ROB ZOMBIE. EL CIRCO AMBULANTE DE GABY, FOFO, MILIKI Y MILIKITO.
El tiempo pone a cada uno en su lugar. La indiferencia general del público debería hacer entender a Mr. Zombie que ya no se puede estirar más el chicle, y que el maquillaje y el montaje escénico no pueden tapar lo monótono de una propuesta hueca que hace tiempo que aburre.
Si tuviese dignidad, le pediría perdón a la divina Sean Yseult, dejaría de expoliar el legado White Zombie, y se dedicaría exclusivamente al cine, donde los robos se pueden hacer pasar por homenajes.
23:45h. OZZY OSBOURNE. CUENTAS PENDIENTES.
Comienza a sonar I Don´t Know y lo ves correr por el escenario chillando el clásico I can´t fucking heeeaaar youuuuu!! y los recuerdos se agolpan.
El recuerdo de la primera vez que oí esa canción, acostado en la cama mientras sonaba el Tribute en el modesto equipo musical de mi habitación.
El recuerdo de cuando me gasté gran parte del presupuesto del mes en ediciones remasterizadas porque, como decía Henry Rollins “…sólo puedes confiar en ti mismo y en los 4 primeros discos de Black Sabbath”,
El recuerdo de cuando mi tía me regaló el CD de Ozzmosis, tras un viaje por EE.UU.
El disco en directo en la reunión de los Sabbath originales.
El milagro de que las drogas y el alcohol no lo hubiesen enterrado.
Casi una vida esperando este concierto hace que te subas a una nube y que sea vulgar el buscar fallos, hablando de set list corto o de que la banda que acompaña a Ozzy no son precisamente la alineación Wylde-Trujillo-Bordin.
Las leyendas no se cuestionan. Se respetan, se disfrutan y se difunden cuando ya no están.
Sonaron clasicazos de la época Randy Rhoads, como Suicide Solution, la tétrica Mr. Crowley, Crazy Train, y temas posteriores como la entrañable Shot in the Dark, Bark at the Moon así como varios guiños a la legendaria banda de Birmingham (Fairies Wear Boots, Iron Man…).
El madman en mejor forma de lo esperado y para el final la emotiva balada Mama, I´m Coming Home y, no podía faltar, un Paranoid (real best song ever!) que arrasó Mendizabala.
Casi daban ganas de ponerse de rodillas y gritar no somos dignos, no somos dignoooos!
01:30h. KYUSS. OPERACIÓN: TORMENTA DEL DESIERTO.
Curiosa la coincidencia en día y horario del padrino del Metal, y los reyes del stoner rock, o, como llegar al mismo sitio por diferentes caminos.
El descenso de las temperaturas sólo consiguió avivar la intensidad de un huracán Kyuss que tocó tierra en la madrugada vitoriana.
Experiencias anteriores con placebos (Hermano, Mondo Generator, Fu Manchu, Queens..) palidecieron al instante ante la densidad y la violencia de la Spaceship Landing con la que arrancó el concierto, y dejó claro que el huido Josh Homme lo tendría complicado al día siguiente para equipararse a su banda-madre.
Únicamente armados con el bramido de una guitarra ultra-grave y un ritmo machacón, los californianos, consiguieron que la arena del desierto de Palm Springs nos cubriese hasta las rodillas mientras atronaban Gardenia, One Inch Man (mi canción Kyuss favorita!), Asteroid, Supa Scoopa and Mighty Scoop, Whitewater(brutal!), 100º….
A destacar una audiencia que supo valorar la experiencia que se les estaba brindando, un Nick Oliveri que se mantuvo en un discreto segundo plano hasta el final del concierto en el que se le vio salir pitando entre el público, tal vez, por no querer encontrarse con el ínclito Homme que lo había echado de Queens y no romperle el bajo en la cabeza, y, sobre todo, un ENORME John García que se hubiese quedado a vivir sobre el escenario.
Grandes Kyuss!!!!!!!!!!!!!!!!!
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