lunes, 18 de enero de 2021

TORMENTA SOBRE BROOKLYN


La llegada de James Harden a los Nets sigue la tendencia iniciada años ha, por los Heat de los Wade-Bosh y Lebron y continuada más recientemente por Warriors, Lakers, Clippers… y que no es más que juntar estrellas en un mismo equipo a fin de luchar por el anillo a cortísimo plazo.

No obstante, donde en otros casos, se comentaba que estos movimientos  descompensaban la competición y que casi era un abuso que la NBA no debía permitir. Esta vez, lo que despierta este traspaso son recelos acerca de la química entre Kyrie Irving, Kevin Durant y el recién llegado Harden, jugadores pletóricos de calidad pero con un historial de ser presencias complicadas en el vestuario.

Nadie duda del talento del point guard australiano, estando sano, sin embargo, más allá de su rodilla, preocupa la cabeza de un Irving que se apartó de la disciplina de los Nets, por motivos que no se han aclarado, para después dejarse ver en una fiesta sin llevar mascarilla. Una más de un jugador con salidas convulsas de Cavs y Celtics, que defiende que la Tierra es plana y al que se le ha visto realizando rituales Sioux para espantar los malos espíritus por la cancha del Garden de Boston. 

Kevin Durant no ha caído en las excentricidades de su compañero pero sí, actualmente, transmite un aura de frustración, impropia de todo un MVP de temporada regular y de la Finales. Una amargura que arrastra desde que lo tildaran de mercenario por abandonar a los Thunder y unirse al equipo que los había eliminado en Playoffs. Una decisión que lo convirtió, instantáneamente, en el villano de la NBA, algo que los dos anillos ganados no ha cambiado. 

Para colmo, de Golden State también salió mal: con una lesión grave y harto de unos Warriors que nunca le hicieron olvidar que ya habían ganado el anillo sin él. Su llegada a los Nets, se suponía que iba a ser la demostración de que podía ser líder y ganar solo. No obstante, ese proyecto de redención de pronto torna en nuevo Big Three con la llegada de su antiguo compañero de Oklahoma y triple máximo anotador de la regular Seaton, James Harden.

Un Harden que ya no es aquel sexto hombre al que se le culpó de la Final perdida en 2012, sino que es una superestrella que trae de Houston, su magia anotadora pero también su fama de divo, acostumbrado a decidir horarios de entrenamiento, fichajes de jugadores o si los Rockets pasaban la noche en la ciudad en función del nivel de los clubs de striptease. 

Alguien que, en principio, no parece el más indicado para formar parte de un proyecto que necesita del esfuerzo y la humildad para conseguir que los Brooklyn Nets sean EQUIPO.

A todo esto se suma la inexperiencia en los banquillos del otrora genio como base de Mavs y Suns, el gran Steve Nash y la sombra del fracaso de los Nets en un proyecto similar: el de los Brooklyn 2012, de los Joe Johnson, Deron Williams, Kevin Garnett y Paul Pierce.

En aquella ocasión la edad y las lesiones impidieron que fueran claros aspirantes. También tenían a un novato en el banquillo (la leyenda de la franquicia, Jason Kidd) y mucha prisa por ganar. 

Habrá que esperar para comprobar si la resolución es la misma y los Dioses del basket castigan a los que buscan atajos hacia la Gloria o, por el contrario, el talento se impone.

Hasta entonces sólo queda darle la razón Woody Allen, un ilustre nacido en Brooklyn: "Vivo en Nueva York porque allí encuentro las cosas por las que merece la pena vivir: muchos museos, un Fetuccini decente y la posibilidad de disfrutar de la NBA cada noche...".


jueves, 24 de septiembre de 2020

DENVER NUGGETS. SIN NADA QUE PERDER



Junto a Miami Heat, la historia de estos playoffs están siendo unos Denver Nuggets que siguen subiendo, una y otra vez, el monte de Sísifo, rebelándose a despertar del sueño de alcanzar el título de campeón.

Las remontadas estando 3-1 abajo frente a los Jazz y, sobre todo, frente a Clippers, han insuflado una confianza de piedra en una plantilla que no teme, ni siquiera a todo unos Angeles Lakers que, en el tercer partido de las Finales de Conferencia se toparon con el talento del base Jamal Murray que sacó su arsenal de tiros imposibles y penetraciones suicidas para meterle en la cabeza a Lebron que puede ser el siguiente favorito que los Denver expulsen de la Burbuja.

Pero estos Nuggets no son únicamente los puntos de Murray. Aportación imprescindible es el talento slow-motion de Nicola Jokic.  

En estos tiempos de fiebre por el contraataque y el triple, es un placer ver como el center serbio hace fluir el juego de los Nuggets desde lo alto de la bombilla y como se impone a sus rivales a base de pura calidad.

A la causa Nugget se une el sacrificio en defensa de Gary Harris, el proyecto de estrella de Otto Porter Jr., la resurrección del otrora All-Star Paul Millsap, y el físico de Jeremy Grant.

Piezas de un proyecto que esta noche, seguirá en su dulce rutina de no resignarse y nunca tirar la toalla.

lunes, 7 de septiembre de 2020

MIAMI HEAT. MÁS ALLÁ DEL DEBER.


En una NBA tan atípica como la de este penoso 2020 era esperable que surgieran sorpresas en la Burbuja de Orlando. Anyway, pocos pensaban que fueran los Miami Heat quienes estuvieran a un paso de eliminar a los favoritos Bucks  del mejor defensor de la temporada y próximo MVP, Giannis Antetokounmpo.

 

Mayor sorpresa aún si se observa la reciente historia de una franquicia que ha cambiado una titubeante reconstrucción por ya mirar de reojo unas Finales que no visitan desde el 2014. De aquella derrota con San Antonio, los Heat  aprendieron dos cosas: que la era del Big Three había terminado y que la nueva andadura debía imitar a los Spurs en el lema de si no tenemos jugadores, los crearemos.  

 

En este sentido, de la factoría de los Heat ha surgido un novato polivalente y descarado como Tyler Herro; un Bam Adebayo que es el molde del actual center NBA: pequeño, móvil, rápido…; y un tirador letal salido de la nada como Duncan Robinson.

 

A ellos se les une la defensa, curtida en los Grizzlies del grit n´grind, de Jae Crowder, la experiencia en playoffs de Iguodala, el tesón de Olynyck, la clase europea de Goran Dragic, la mano desde el banquillo de un no bien valorado Erik Spoelstra y, sobre todo, el liderazgo de un Jimmy Butler que ha encontrado el acomodo perfecto a su juego, bajo el sol de South Beach.

 

Amante del Country, sin tatuajes visibles y con un estilo más propio de otra época, este nómada del baloncesto, ni en los Bulls, ni en los Wolves ni en los Sixers, fue bien recibido. En cambio, en estos Miami, amantes de la preparación física y hambrientos por volver a competir, Butler ha encontrado un entorno ideal para asentarse. A cambio, ofrece su talento a ambos lados de la cancha, y su sangre fría en el clutch time.


Esta combinación ha sido suficiente para barrer a Indiana Pacers y para desquiciar a la chica bonita de la liga. Unos Milwaukee Bucks que arrasaron durante la temporada regular pero que, salvo por la heroica actuación de anoche, no han podido descifrar este enigma rojinegro, ya temido por proyectos de más entidad como los Celtics o los actuales campeones, Toronto Raptors. 



Sea cual sea el resultado final, el llegar a este punto de las semifinales de Conferencia, ha sido suficiente para que, en las sombras del pabellón en el que estos Heat se agotan en pos de la victoria cada dos noches, el presidente Pat Riley sonría bajo la mascarilla, acaricie sus anillos y piense que es hora de demostrar que al título también se llega por el camino de la perseverancia, la entrega y el no resignarse a que tus limites de coarten.

 

LET´S GO HEAT!




lunes, 13 de mayo de 2019

PORTLAND TRAIL BLAZERS/TORONTO RAPTORS. APUESTA AL ROJO.



A las Finales de Conferencia de ambas costas han llegado dos equipos que han tenido que demostrar su carácter en el vértigo de un séptimo partido.

Sí en Toronto fue una milagrosa canasta at the buzzer de Kawhi Leonard la que eliminaba a Philadelphia; en el caso de los Blazers, los diecisiete puntos de desventaja y el desacierto anotador de su estrella Damian Lillard, fueron enmendados a base de esfuerzo colectivo y de la aparición de un C.J. McCollum, que quiso utilizar el menosprecio de la NBA como motivación para silenciar a un Pepsi Center que deberá esperar temporadas venideras para ver avanzar a sus Nuggets en la postemporada.

Anyway, el camino de ambas franquicias hasta aquí, ha sido muy diferente.

TORONTO RAPTORS. WINTER IS HERE.



La reciente etapa DeRozan-Lowry, fue la de un equipo aseado y cumplidor en temporada regular, pero sin el cuajo necesario para grandes gestas en playoffs, más allá de ser barridos por los Cavaliers. No obstante, la espantada de Lebron hacia la soleada California, dejó un trono vacante en el Este, al que los Toronto Raptors decidieron optar, reforzando su roster con experiencia y la llegada de la gran perla del mercado del verano pasado,  Kawhi Leonard.

De esta forma, la frialdad de DeMar DeRozan, ha sido sustituida por la calidad, en ataque y defensa de un alero, forjado en las fraguas de San Antonio, que llegó para hacer justamente, lo que hizo anoche: liderar a su equipo con 41 puntos y dejar una canasta que ya es histórica para la franquicia canadiense.


A él, se une el sacrificio y la personalidad de un Marc Gasol, fundamental anoche, en la defensa de Joel Embiid; la dureza y el tiro de media distancia de Ibaka, y la explosión del camerunés Pascal Siakam, conformando un hueso demasiado duro de roer para los Sixers.

Antes de poder optar al anillo, deberán enfrentarse a los Bucks del incontenible Giannis Antetokoumpo, no obstante, los aficionados viven felices al ver que sus Raptors le hacen sombra a los Maple Leafs y que su equipo ya no es aquella frivolidad de David Stern que un día quiso expandir en el norte las fronteras de la NBA.

PORTLAND TRAIL BLAZERS. EL TRIUNFO DE LA FE.

Los últimos Blazers que llegaron a Finales de Conferencia fueron aquel equipo del 2000, que eran el capricho del multimillonario Paul Allen, el cuál, financió la mejor plantilla que el dinero podía comprar.

Los Rasheed Wallace, Damon Stoudamire, Scottie Pippen, Bonzi Wells, Arvydas Sabonis y compañía no fueron capaces de luchar contra el destino de los Lakers, y, tras ellos, los proyectos fallidos de Greg Oden y Brandon Roy, la salida de su jugador franquicia, el ala-pívot LaMarcus Aldridge y un equipo creado en torno a la capacidad ofensiva de la dupla exterior Lillard-McCollum con un teórico escaso recorrido en el West Coast de Warriors y Rockets.

Así mismo, la legendaria mala suerte de los Blazers volvió a aparecer esta temporada con la gravísima lesión de su center titular Jusuf Nurkić, cuando ya se preparaban para afrontar la lucha por el título.



Sin embargo, esto no fue obstáculo para un Damian Lillard que ajustició a los Thunder con la canasta del año, ni para unos Blazers que, frente a los prometedores Denver Nuggets, hicieron valer el esfuerzo colectivo de los Harkless, Collins, Kanter… que dieron el espacio para que brillase el step-back y la convicción de C.J. McCollum.

A la causa roja también se une un renacido Evan Turner que, en el partido de ayer, recordó a aquel prospecto de estrella que fue Nº 2 del Draft del 2010.

Con estas armas deberán medirse a unos Warriors que, tras perder a DeMarcus Cousins y a Kevin Durant, han pasado de ser los Monstars de Space Jam, a los Golden State más humanos de los últimos años.

Todo ellos ingredientes para generar unas apasionantes eliminatorias que harán que las próximas madrugadas se pongan al rojo vivo.

domingo, 6 de mayo de 2018

BOSTON CELTICS. CUESTIÓN DE ORGULLO.


 
En el particular juego de tronos que se disputa en la Conferencia Este en pos de la corona de King James y sus Cavs, entre el desvergonzado tanking de los Sixers, y la apuesta sin alma de los Raptors, destacan unos Boston Celtics que han demostrado que en la siempre cambiante NBA conceptos como tradición, coraje y EQUIPO siguen estando vigentes.

Y eso que poco se les podía exigir a los Celtics cuya temporada comenzaba con la gravísima lesión de tibia y tobillo de su flamante incorporación, el alero All Star Gordon Hayward, y continuaba con la salida de la rotación de su otra gran estrella, un Kyrie Irving que llegaba de los Cavaliers para liderar el proyecto ganador de Boston.

En otras franquicias, esto hubiera servido de excusa para justificar una honrosa eliminación en primera ronda de playoffs y esperar volver al siguiente año con la plantilla sana. No obstante, con nada que perder, el entrenador Brad Stevens decidió recrear el milagro de Butler, aquella minúscula universidad con la que se atrevió a plantarle cara a los gigantes de la NCAA, y está exprimiendo un roster con más talento y hambre del aparente, a primera vista.

En la plantilla destacan la experiencia de Al Horford, la tenacidad defensiva de Marcus Smart y sobre todo, la explosión del jugador sophomore Jaylen Brown que forma dupla de éxito con el small forward Jayson Tatum.  Un Tatum que no suena tanto como Donovan Mitchell o Ben Simmons para el premio de Novato del Año pero que está demostrando su enorme calidad en la postemporada.




Como si fueran dos caras de una moneda, donde Brown aporta físico e intensidad, el ex de Duke ofrece clase y fundamentos a una causa verde que también cuenta con la velocidad y el descaro del base Terry Rouzier III que, en apenas dos años, ha pasado de jugar en la D-League a ser clave en la eliminación en primera ronda de unos vistosos Milwaukee Bucks que no pudieron con el peso del orgullo de los Celtics.

Un orgullo mostrado anoche en un ardiente Wells Fargo Center de Philadelphia que no impresionó a unos Boston que enseñaron las costuras del autoproclamado futuro de la NBA y que ya acaricia las Finales de Conferencia.
 


Justo premio para el General Manager Danny Ainge, tan listo en los despachos como lo fue en la cancha y que, cuando ya no estaba de moda fichar entrenadores universitarios, decidió darle las llaves de los míticos Celtics a un hombre de treinta y seis años que seguro que pronto contribuirá a subir una nueva banderola al abarrotado techo del Garden de Boston.

domingo, 22 de abril de 2018

CLEVELAND CAVALIERS. SI TE DICEN QUE CAÍ.



A dos derrotas de ser eliminados en primera ronda.

Un panorama muy distinto al esperado por la franquicia de los Cleveland Cavaliers al comienzo de la presente temporada. 

Pese a la salida de Kirie Irving, que se aburrió de ser sólo vasallo de King James, las llegadas del pointguard All Star Isaiah Thomas, del viejo camarada de los Heat, D-Wade, más la penúltima oportunidad al que fue MVP, Derrick Rose, situaba a los Cavs, de nuevo, como favoritos para liderar la Conferencia Este y reencontrarse con los Warriors en la lucha por el anillo.




Sin embargo, la química no fue la esperada y tras sumar más derrotas de lo acostumbrado, se decide deshacer lo hecho, y apostar por la movilidad  del ala pívot Larry Nance Jr. y la velocidad de Jordan Clarkson , más el núcleo duro de los Cavaliers campeones del 2016. Aún así, la definitiva involución de Kevin Love que ha pasado de acumular dobles-dobles en Minnesota a ser un mero cuatro abierto más la caída en desgracia de Tristan Thompson, han dejado a Lebron James más solo que nunca en su objetivo de ganar un nuevo campeonato. 

Ante esto, no han tardado en aparecer los rumores que anticipan una nueva salida de James y son varios los posibles destinos:
¿Formar parte del renacimiento de Los Angeles Lakers o ser la guinda del pastel de los Sixers? ¿Liderar un nuevo Big Three con Harden y Chris Paul en Houston o intentar romper la maldición de los Clippers?

Compleja decisión para el que juega no sólo con sus rivales actuales sino contra los mitos del baloncesto norteamericano.

Pero… ¿merece la pena abandonar a Cleveland por segunda vez por arañar otro trofeo Larry O´Brien? ¿Hay más grandeza en los títulos o en el amor por unos colores? ¿En la actual NBA, es posible el retirarse en el equipo de tu vida o se debe repetir lo hecho por los O´Neal, Ewing, y Olajuwon que jugaron sus últimos partidos, lejos de las ciudades en las que habían hecho historia?

Estas preguntas está obligado a responder el que quiere ser considerado the greatest of all time y que, a sus 33 años, ya debe decidir cuál quiere que sea el broche a su carrera. 

Si quiere alguna pista, podría repasar lo que hacía Michael Jordan a su edad que fue volver a sus Chicago Bulls para un nuevo reinado de tres anillos consecutivos. O preguntarle a Tim Duncan qué significa ser de los Spurs, tanto en el éxito como en el fracaso.

Y también podría reflexionar que tiene más valor: jugar las Finales o dejar un legado de compromiso con el Estado que te vio nacer. 

viernes, 20 de abril de 2018

PHILADELPHIA 76ERS. LA LUZ AL FINAL DEL TUNEL



Tanking: Estrategia empleada por las franquicias del deporte norteamericano para conseguir mejores elecciones del draft, a través de incrementar su número de derrotas en temporada regular.

También fue el camino elegido por uno de los equipos clásicos de la NBA, los Philadelphia 76ers, para ser amos de su destino y asegurarse lugar de privilegio en la élite de la liga en la próxima década.

En el 2013, año en el que se inicia “el proceso”, los Sixers andaban buscando enfocar su proyecto. Pese a la salida del que había sido líder durante varias temporadas, el atlético forward André Iguodala, y el fiasco de Andrew Bynum (pívot frágil al que se le quitaron las ganas de jugar al basket tras ser campeón con los Lakers) la situación era sostenible. La frecuente aparición en playoffs y la progresión del Nº 2 del Draft 2010, Evan Turner, no anticipaban lo que estaba a punto de ocurrir: la demolición hasta los cimientos de la franquicia y el poner el punto de mira varios años en el futuro.

Cabe destacar que el tanking ya formaba parte de la NBA, pero casi siempre se había empleado con disimulo, cuando las temporadas se torcían por las lesiones o por dinámicas negativas, y el poder conseguir alguna perla universitaria se imponía a la vergüenza del fan.

Sin embargo, en este caso, el plan de General Manager Sam Hinkie era prepararse para temporadas de travesía por el desierto. La idea era librarse de los contratos largos y caros, llenar el roster de jugadores de la D-League, y atesorar picks altos en la lotería del draft.

Pese a ello, los dioses del basket, castigaron las argucias de Philadelphia con una plaga de lesiones que retrasaron la culminación del proceso. Dos temporadas tardó la explosión del gigante camerunés Joel Embiid (Nº3 Draft 14) y una temporada, el poder ver las cualidades de jugador total de Ben Simmons (Nº1 Draft 16). Así mismo, los incidentes fuera de la cancha y la evolución del baloncesto, hicieron que el campeón de la NCAA Jahlil Okafor  (Nº3 Draft 15) y su juego de pies, tampoco vieran la llegada a la tierra prometida de los playoffs.

Igual que le ocurrió al propio Sam Hinkie que fue sacrificado por los 76ers a instancias de una NBA que quiso ajusticiar al perverso ideólogo de la peor racha de victorias de la historia del deporte profesional.


Anyway, con Embiid y Simmons sanos y la llegada del talento croata, Darío Saric, se decide al fin, empezar a ganar. Se reviste el banquillo de anotación europea con Marco Bellinelli y Ersan Ilyasova, se trae de los Clippers la seguridad desde la larga distancia de J.J. Reddick, y se mantiene en el quinteto a un superviviente de la época oscura como Robert Covington, solvente en defensa y ataque.

Hasta el momento lideran la primera ronda de PO, 2-1 frente a los Miami Heat y se postulan como posibles rivales de unos mermados Celtics, en semifinales.

Un final feliz que sólo empaña lo que ha sido la tónica habitual de los Sixers durante este largo proceso. Su flamante Nº 1 del Draft del 2017, el base Markelle Fultz, debido a sus problemas de hombro, se ha perdido casi toda la temporada.

Nada que preocupe en exceso a una franquicia que se ha acostumbrado a convivir con la frustración y que ya roza con los dedos ser el mejor equipo de la Conferencia Este.