martes, 28 de enero de 2014

LEIVA. PÓLVORA (2014). CON LAS GUITARRAS CARGADAS Y LA MIRADA PERDIDA.


Casi siempre he seguido a héroes muertos. 

Músicos del pasado con monumentales discografías en las que poder perderse entre los prometedores trabajos de los inicios, los años de esplendor, los apoteósicos Live at the…, y los palos de ciego de volvemos-a-los-orígenes o nos-adaptamos-a-los-nuevos-tiempos cuando los años ocultan la inspiración.

Ha sido para mí, una experiencia el verme contando los días para poder escuchar lo nuevo de Leiva mientras Diciembre (2012) me acompaña mañana, tarde y noche. Pero al fin, llegó el día en el que Miguel Conejo Torres se ha decidido ha presentarnos a su segundo vástago, un anhelado Pólvora (2014) que recién da sus primeros pasos.

A darle forma ha colaborado el productor Carlos Raya, recomendado por los amigos de M-Clan y Quique González, y además, el artista madrileño se ha dado el gustazo de contar con el mítico Joe Blaney, nombre frecuente en trabajos de Keith Richards, The Clash o Tom Waits, para intentar repetir la receta de su debut en solitario: Guitarras pop-rock, y arreglos de viento y cuerda para custodiar la letra franca y tierna de Leiva, en el intento de confirmar la brillantez de hace dos años. 

La mecha la prende “Los Cantantes”, defensa del oficio, ya conocida por los fans en su formato acústico, que pierde sentimiento al electrificarla pero gana en intensidad. Es fácil imaginársela desplegando carisma sobre las tablas con la audiencia rugiendo eso de “…subir al escenario principal, es todo lo que quise conquistar en la vida…”. Le sigue la sinuosa “Terriblemente Cruel”, en la que Leiva demuestra su talento para el estribillo abrumador. Tras ella, llega “Palomas”, con aires de Calamaro en un precioso medio tiempo que sostiene el nivel de los tracks anteriores y despeja definitivamente los temores de un erróneo bandazo que no aguantase la comparativa con Diciembre (2012). 

“Cerca” es otra canción infecciosa de las muchas que pueblan el álbum, que se te clava en el alma y te descubres tarareándola desde que abres los ojos por la mañana. A continuación, el LP alcanza puerto de montaña con la sugerente “Afuera En La Ciudad”. Una relación que se deshilacha, imágenes evocadoras que mezclan lo cotidiano con lo sublime vestidas por violines, en una golosina que no pierde gusto por más que la saborees.


“Del Hueso Una Flor” pese a no ser una composición mediocre, se ve lastrada por un estribillo un tanto ñoño, aunque puede que posteriores escuchas le hagan sumar puntos. “Vértigo” supura angustia vital sobre una mínima línea de guitarra y sintetizador, y rompe con el perfil melódico del disco hasta el momento. “Hermosa Taquicardia”, es otro acierto musical e incide en la temática de las astillas que van brotando en las relaciones.

Con “Mirada Perdida” se cierra el tramo melancólico y se hunde el acelerador en un potente power-pop, concebido para el escenario. “Ciencia-Ficción”, otro tema arrebatador con los Hammonds asomando todo el rato como hacían los Stones en los 70s, y precede a “Mi Mejor Versión”, tonada arrabalera de matices roqueros, y “Francesita”, sentida balada, marca de la casa, que busca exorcizar un corazón roto. Lo mismo que intenta la canción “Pólvora”, delicada pieza de piano que te deja empotrado en el sillón.  

Por ponerle un pero, estaría genial que hubiera sacado un poco la lengua Rollinga como hacía en esos rocanroles, vacilones y humeantes, que tan bien le quedaban a Pereza. Anyway, no se le pueden poner pegas a este gol por la escuadra. Un disco, pletórico de inspiración y melodía, en el que no sabes a donde mirar de la cantidad de temazos que lo conforman y que son dinamita para el directo.

Porque a mí, ya sólo me queda disfrutar de Pólvora (2014) y esperar que, por favor, Leiva acepte mi dinero y poder entrar a una sala en la que desgrane con arte su obra en solitario, a lo mejor, dejando para los bises las perezosas “Lady Madrid” o “Super hermanas”.

Y después morirme.

2 comentarios:

  1. Querido Deif, me agradecerás que en este comentario sea lo más objetivo posible.
    Lo cortés no quita lo valiente, y quiero felicitarte una vez más en esta entrada por bien escrita y sentida.
    Pero vayamos al grano. Si hay algo que me fastidia es que me hagan pasar por tonto o que me intenten engañar. Esa es la conclusión a la que llego tras haber leído una entrevista al amigo aquí en cuestión.
    Dice este señor que, y cito literalmente, "Hay que hacer discos buenos enteros; ya no vale con un par de canciones buenas". Coño, me asustó y todo. El hombre hizo un análisis increíble. Ahora entiendo por qué se llama así el disco: ¡Si fue él el que inventó el ínclito explosivo! Bueno, aun así, la cosa prometía. Nada, habrá que escucharlo.
    Desde que conocí a este chaval en Pereza, a los que vi en directo y no sonaron nada mal, vengo oyendo de él que su música está influenciada por los Rolling. O yo me he perdido algo o el parecido de este con aquellos debe reducirse a lo blanco del ojo. Quizás su intento por parecerse a Keith Richard y acabar siendo solo un mal clon del afamado guitarrista. Pero bueno, la pinta es lo de menos.
    Más adelante añade: “Ya no quiero ser Keith Richards o cantar como Bob Dylan. Te dices: soy yo y mi vida no es la de Dylan y estoy más cerca de Kiko Veneno que de Keith Richards”. Nada, hijo, si suena todo igual a lo de antes. No pasa nada por ello, pero no digas mentirijitas. También dice que Diciembre lo vistió de mucha música (por eso escapa) y este Pólvora es un disco desnudo. Yo diría desprovisto, simplón, cansino y más de lo mismo. Lo cierto es que el disco acaba siendo una caricatura de su Diciembre, que tampoco estaba tan mal.
    Buen sabor de boca me dejó su primer tema Los Cantantes. Puf, pensé que al final tenía que conceder algún indulto. Y surge ese guitarreo rasgueado en Terriblemente Cruel que tanto me satisfizo. Pero, ¡demonios!, si es M-Clan. Claro, por ahí estaba el gran Carlos Raya que, por cierto, últimamente parece componer la misma canción una y otra vez en todo lo que toca. Definitivamente, está rayado.
    Y se acabó el disco. Exceptuando el tema Cerca, que está algo trabajado con unos buenos arreglos, el resto es la misma historia. Ñoñez tras ñoñez, cargado de letras más ñoñas del tipo “soy un tipo golfo, no te enamores de mí” o “mira que fuiste mala, que me destrozaste el corazón”, disfrazadas de vez en cuando con una palabrota para que parezca más “dura”. Por ahí encontramos al peor Calamaro y sobre todo mucha, mucha Pereza. Por favor, ¿por qué lo niega?
    Mirada perdida. ¿A qué me sonaba aquella melodía que acabé tarareando como si la conociese de siempre? Claro, si el estribillo es clavadito al de La Quinta Estación: “Y tras varios tequilas, las nubes se van pero el sol no regresa”.
    Me hace mucha gracia su alusión a la definición de algún “famoso músico” de que el rock es tres acordes y ya. Está claro que el que entiende esto al pie de la letra no conoce los recursos estilísticos usados por los artistas y tiene una visión bastante pobre de este género. A ver si entendemos la simbología, hombre. El rock no es solo eso. El rock es eso y mucho más, afortunadamente.
    Si a todo esto le añadimos la voz arrastrada del de Alameda de Osuna (ahí es nada) y de constipado tras haber pasado un día de invierno en Barlovento, es inevitable recordar a innombrables del pop español más rancio. Por no decir que parece que canta con una pinza de la ropa en la nariz y un palo estrecho metido por algún orificio que no es la boca.
    Los 40 principales se están frotando las manos: ya tienen el material necesario para escapar unos 18 o 20 meses.
    Perdona, Deif, pero cuando te leo "Un disco, pletórico de inspiración y melodía, en el que no sabes a donde mirar de la cantidad de temazos que lo conforman y que son dinamita para el directo", yo sí que no sé para dónde mirar ni qué pensar, aunque confío en que en directo tú lo vas a disfrutar más que nadie.
    ¿Ves? Creo que al final no fui todo lo objetivo que debería haber sido.
    Dixit. Con todo cariño.

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  2. Querido Víctor Kiko, estas en tu derecho de escuchar lo que más te guste y entiendo que Leiva no sea un artista que entre dentro de tus parámetros. Ahora bien, el juego de recortar partes de entrevistas y ponerlas bajo el microscopio, o buscarle parecidos razonables a los estribillos, me parece sibilino.
    El defender el formato de LP sobre el single, el que se identifique con músicos españoles o el reconocer la influencia de los Rolling, no son ninguna locura. Te pueden haber marcado los Stones y eso no significa que tengas que calcar sus riffs toda la vida. Es más, en la montaña de entrevistas que me he tragado de este tío sobre el nuevo disco, este FASTUOSO “Pólvora”, de quienes más habla como influencias es de George Harrison y Tom Petty, músicos que me consta que tu oyes desde que te levantas por la mañana.
    Por otra parte, no te gustará “Pólvora”, pero la intención cuando lo gestó, es evidente que no fueron los 40 Principales. Si quisiera sonar en la radio y forrarse, se juntaría otra vez con Rubén, cantaría los temas de siempre de Pereza y se hincharía a tocar en pabellones de deportes. Antes de eso, ha preferido sacar dos discos como dos soles, de los que, para mí, es mejor el segundo que me lo trago entero sin pestañear, y hay tramos de “Diciembre” que ya no me entusiasman tanto.
    Por último, decir que Leiva no habrá descubierto la pólvora, pero conecto con su música, me gusta su voz y adoro sus temas. No sé porqué, y no me paro a reflexionar sobre su categoría en el panorama internacional o su nivel como letrista. Me gusta porque me gusta, porque la música tiene ese componente irracional, porque como el fútbol, es un estado de ánimo, porque si, Kiko, el rock son tres acordes. Inmediato, transparente, intenso.
    Otra cosa es onanismo musical buscando esconder la falta de talento. Algo que, de momento, no necesita Leiva.
    Un abrazo.

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