El avance de las finales por el título de la NBA, ha ensuciado el juego pero ha incrementado la emoción.
Con la serie empatada a dos, se espera que el próximo partido decante casi definitivamente la suerte del próximo campeón.
Sea cual sea el equipo ganador, las secuelas para el perdedor se antojan traumáticas.
En las camisetas azules que se reparten antes de cada partido en la entrada del American Airlines Center, de Dallas, reza un lema: The time is now.
El momento es ahora para una franquicia que ha elaborado un proyecto a cortísimo plazo con el campeonato como objetivo ineludible. De esta forma, Mark Cuban ha creado un monstruo de Frankenstein con ilustres treintañeros que, hace cinco años, hubiesen sido imbatibles.
Jason Kidd, el playmaker vuelve a una final con ansias de no ser mero comparsa como lo fueron sus Nets a comienzos del 2000. Y con la ilusión de que se le nombre en la tertulias sobre bases, tras, nada menos que, Earvin Magic Johnson.
Peja Stojakovic, excelso tirador que no está encontrando acomodo en los esquemas del coach Rick Carlisle, más preocupado por tratar de parar a las locomotoras de los Heat, Wade y Lebron, cuando enfilan el aro. Si el serbio gana el título, un trocito será también de aquellos ENORMES Sacramento Kings que embelesaban con su estilo y que la mala suerte dejó sin premio.
Shawn Matrix Marion, cara reconocible de unos Phoenix Suns, los cuales en una época en la que atronaba con fuerza el amarrategui blues, interpretaron un funky a base de velocidad, triples, y descaro.
Y, sobre todo, the time is now para Dirk Nowitski, el genio alemán se desangra por la estocada que le clavaron estos mismos Heat en el 2006, tras remontar a los Mavs un 2-0 en contra. Desde entonces, se le ve como un impecable perdedor, un Federer de la cancha, atiborrado de calidad pero falto de la mirada ensanguinada de los realmente grandes.
Anyway, que se quite ese sambenito, no depende tanto de él sino de unos Heat, que en sus dos derrotas, se han colapsado en los últimos cuartos y han dejado escapar partidos dominados.
Tal vez, Dwayne Wade, esté echando de menos a aquellos Miami guerreros que fueron campeones en el 2006, con menos glamour pero más carácter.
Carácter que aún tiene que demostrar Lebron James, reverso yankee de Cristiano Ronaldo, que en sus anteriores finales fue barrido por los Spurs y, que en el cuarto partido contra Dallas, completó una gloriosa actuación con 8 puntos en 45 minutos de juego.
No conseguir el anillo, puede hacer que Nowitski le pase gustoso su etiqueta de frustrado y que en Cleveland lancen voladores por las plazas.
Y también es posible que, dentro de unos años, los ahora pujantes Wade-Bosh-James, estén en el otro lado del espejo y tengan que interpretar el papel de veteranos de lujo esperando la tan norteamericana segunda oportunidad.
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