“…ya no más, ya no más…”
Roberto “Mano de Piedra” Durán, pidiéndole al jurado que le salve de la
paliza que “Sugar” Ray Leonard le está dando, en un combate por el título del
peso Welter.
Del reciente K.O. técnico que Atlanta Hawks
sufrió a manos de Boston Celtics, se puede concluir que el que le firmó 120
millones de dólares (120 millones!) a Joe Johnson fue un iluminado, que Garnett
es capaz de tumbar él solo a todo el estado de Georgia y que el veterano Big
Three de Boston se deshará este verano.
Con Paul Pierce se quedarán
porqué Celtics mima a sus leyendas, y su escasez en los puestos interiores hará
que le compren otro viaje a The Big Ticket. Por lo tanto, la única opción que
queda es cometer la grosería de deshacerse de Ray Allen.
Las opciones de Sugar Ray son
seguir el ejemplo de sus compañeros de la dorada quinta del 96, Derek Fisher o
el eterno Steve Nash, aportando fugaces minutos de calidad en un aspirante o
darle el gusto a los aficionados de una franquicia modesta que pague por ver un
año más, como Allen se aventura en una jungla de codos y muslos, de la que sólo
escapa para acudir a su cita con el triple.
Quizás, si reflexiona sobre como
el pobre Baron Davis se dejó la rodilla en el parqué del Madison, se decida a
colgar los guantes y marcharse con su anillo y su inalcanzable record de canastas de 3, bajo el brazo.
Sin Killer Miller y sin Ray
Allen, los tiradores serán, únicamente, livianos escoltas blancos de pelo
lacio, que se buscan la vida en 2º cuartos, mientras la figura anotadora y el
especialista defensivo, toman Gatorade en el banquillo.
En la ultracompetitiva NCAA, no
hay tiempo para aprender a tirar, los jugadores exteriores saben que cms.,
físico y dribling se traduce en ceros en la cuenta corriente. Ya habrá tiempo
para mejorar el tiro, cuando los años les obliguen a evitar el contacto. Y por
ahí, se disipará un arte que en los inicios de la liga era requisito para que
te dejasen vestirte de corto.
Formando parte de los Orgullosos Verdes, con los Bucks de Pichichi Robinson y Sam Cassell o en
aquellos excitantes Sonics que con una montaña de triples te empujaba contra
las cuerdas, el juego de Ray siempre ha contado con la elegancia austera del
fino estilista que ametralla con una dulce suspensión
que es, al mismo tiempo, un directo a la mandíbula del adversario, y el fundamento vivo del lanzamiento de larga distancia.
Papá! |
Esta noche comienzan las
semifinales de la Conferencia Este, entre unos Philadelphia 76ers de clase
media y unos C’s de colmillo retorcido. La europea afición del TD Garden,
tratará de intimidar a Philadelphia con el recuerdo de los combates de los 80s. Anyway, estoy seguro que, a pesar
del bullicio, mientras dure el vuelo del balón entre los dedos de Ray Allen y
la canasta, se le rendirá merecido homenaje a este histórico escolta, campeón
imbatido en la maña que premia al jugador y desnuda al atleta.
Grande Deif, como siempre un nuevo post bien escrito, ameno y con "tu ritmo palmericano" que hace que lo leas sin pestañear... One abraz
ResponderEliminarGracias, me encantó lo de palmericano! Aver si más gente se anima a comentar que ya no es tan engorroso. Venga, macho!
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