viernes, 21 de diciembre de 2012

PAUL NEWMAN. UN HOMBRE DE BIEN.


Tenías razón, Bert. Aparte de talento hace falta carácter.
Yo lo adquirí en una habitación de motel de Louisville.

Fast Eddie Felson. 


   Oculto en la web de la GQ, se encuentra el blog Nada Importa, guía de tendencias actitud, joie de vivre y hedonismo sin medida, del acerado Jesús Terrés.

En dicho blog, su autor buscó orientarnos en la compleja tarea de ser un hombre de bien, en estos (feos) tiempos de coñería generalizada.  

Para ello, Terrés expone un modelo de conducta en diferentes escenarios (bodas, vacaciones, de copas…), aunque yo creo que es mejor recurrir a un más práctico ¿Qué haría Paul Newman?

Ante las dudas, sólo hay que acudir al recuerdo de esas cálidas sesiones de tarde con “Dos Hombres y un Destino”(1969), “La Leyenda del Indomable” (1967), “Marcado por el Odio” (1954), “El Golpe” (1973), “El Coloso en Llamas” (1974), “El Castañazo” (1977), … en las que reinaba el carisma del siempre honesto Paul Newman.

El más listo de la clase.

Sin las maneras aristócratas de su compadre Redford, pero con una sencilla elegancia de barrio, de media sonrisa y lucky atravesado.

Un héroe atípico con la voz cascada de Rogelio Hernández, al que únicamente al final se atrevieron a colocar de villano.

De vuelta de todo, pero sin dejarse roer por el desengaño.

Bebedor empedernido de cerveza hasta para llevar un abridor colgado del cuello.

Con el gusto de regalar sus coches deportivos a sus amigos cuando vio acercarse el final.

Un tipo al que los años suavizaron su mueca de actor de método, pero al que siempre le pesó el ser demasiado guapo, no tener las mil caras de Bobby De Niro, ni el talento suficiente para desbancar al mito de Brando.   

Da igual. A él se le debe valorar por su labor social. 

Por ejercer de mentor del espectador novel, echando su brazo sobre nuestros hombros y enseñándonos a no dejarnos vencer.

Gracias por todo Señor Newman.

sábado, 1 de diciembre de 2012

PAU GASOL. R-E-S-P-E-C-T.




   En el año 1984, los Rolling Stones andaban por un hotel de Ámsterdam preparando su siguiente álbum, cuando Mick Jagger telefoneó a la habitación de Charlie Watts, reclamando la presencia de “su batería”. Tras oír esto, Watts, que es un pan de Dios, se puso su traje, subió a la suite del frontman y, cuando este le abrió la puerta, lo tumbó de un puñetazo, no sin antes advertirle que jamás se volviese a dirigir a él como “su batería”.

El pasado 23 de Noviembre, en la derrota de Los Angeles Lakers frente a Grizzlies, Mike D'Antoni decide que Pau Gasol vea desde el banquillo todo el último cuarto. Ese feo gesto con Gasol, frente al que fue su público durante varias temporadas, fue justificado con un “lo hice porque quería ganar el partido”.

Una humillación (otra más), a las que está demasiado acostumbrado el número 16, que ha pasado de ser quien devolvió a la franquicia angelina a la senda de los títulos, a convertirse en el pim, pam, pum de Lakers, con el que se atreve hasta un recién llegado bajo sospecha como D'Antoni, que viene de hacer el ridículo con New York Knicks.

Aunque, el nuevo entrenador sólo está siguiendo el ejemplo de sus antecesores: Phil Jackson, que le atizaba a Pau en los tiempos muertos y lo remataba en las ruedas de prensa, y Mike Brown que olvidó que Lakers triunfaron con la pareja interior Gasol-Odom y apostó por el frágil pívot Andy Bynum. Tampoco ayudan los comentarios del hermano Kobe que agradeció a Gasol los dos anillos y las tres finales con un “se arrastra por la cancha”, ni los de “Magic” Johnson que no entiende de tendinitis y al que le falta encadenarse a la puerta del Staples para pedir su traspaso.

Los desprecios ya comenzaron en la época de Memphis, cuando, ya asentado como estrella, se le pasó la factura de las 0 victorias en postemporada, y su demanda de un center que le permitiese jugar en su posición natural de 4, fue respondida con la convivencia obligada con un batallón de ala-pívots (el difunto “Alitas de Pollo” Wright, Stromile Swift, Tony Massenburg, Drew Gooden, Brian Cardinal, Hakim Warrick…).

¿Qué te pasa, Pau? ¿De qué sirve medir 2´16 si el mundo te mire por encima del hombro? ¿Tanto quejarte a los árbitros durante los partidos y después permites que todos te pisoteen? ¿Dónde dejaste lo que pusiste cuando le machacaste a Garnett?


No puedes seguir alimentando el tópico yankee del jugador europeo, técnico pero falto de personalidad, sin el fuego que da salir del guetto o las batallas universitarias. 

Aprende de Marc que se ganó el respeto, demostrando primero sacrificio para bajar 30 kilos de peso y después, siendo rookie en unos Grizzlies perdidos en el egocentrismo de su plantilla y ante los rumores de traspaso del playmaker Mike Conley Jr., declaró que sólo faltaba que se fuese el único jugador que pasaba el balón, señalando a directiva, entrenador y compañeros, pero manifestando compromiso y carácter.

O, sigue el ejemplo de Lamar Odom, que tras el return to sender de Hornets, amenazó al General Manager Kupchak hasta que lo mandó a un equipo con aspiraciones.

Como si tienes que renunciar a lo que te queda de contrato, lo que sea por mantener la dignidad, poder medirte a tu ex-equipo en playoffs, y marcharte por la bocana de vestuarios con el índice en los labios.