Agotadora caravana al Oeste la de los, por ahora, Sacramento Kings. Desde que hicieron las maletas en Rochester, NY, y cruzaron Cincinnati, Kansas City, y Omaha hasta alcanzar la capital de California, su casa desde el 1985.
Los seguidores de “El Mentalista”, estarán familiarizados con esta coqueta localidad de primavera perenne, cuya paisaje es el de un pueblo venido a mas, con poco de gran urbe.
Una población de apenas medio millón de habitantes, se antoja un mercado escaso para sostener una franquicia NBA que puede que pronto corra la misma suerte que los Buffalo Braves, los Philadephia Warriors o los New Orleans Jazz.
Lo rumores de traslado a Seattle suenan cada vez con más fuerza en los pasillos de una franquicia que no huele playoffs desde hace 6 temporadas y que sus últimos movimientos en el mercado han sido deshacerse de su reciente número 5 del Draft de 2012, el atlético power forward Thomas Robinson, y del veterano escolta dominicano Francisco García, único jugador del roster que recuerda a los Kings jugando postemporada.
No se ve a los hermanos Maloof con la intención de armar un equipo competitivo, y si más pendientes de los cantos de sirena de la ciudad del Estado de Washington, en forma de 525 millones de dólares.
Quién lo iba a decir hace pocos años cuando eran la Casablanca del basket.
Los planetas se alinearon al cambiar la anarquía de un Jason Williams, incómodo para las ideas del entrenador Rick Adelman, por la dirección serena de Mike Bibby que, junto a las mañas de Divac, la calidad high class de Chris Webber, el tiro de mira telescópica de Stojakovic, la defensa de Dough Christie, la inyección de puntos desde el banquillo de Bobby “Mr. Magoo” Jackson, y un Princetone Offense desarrollado con devoción, explotaron en un baloncesto total que hizo colgar el “No hay billetes” en la puerta del Arco Arena durante siete temporadas consecutivas.
Tiempos de vino y rosas en los ver los duelos de los Kings por la Conferencia Oeste era tirar unos dados que siempre caían en una combinación ganadora: Sacramento-Dallas, San Antonio-Sacramento, Sacramento-Minnesota, Sacramento-Lakers…Una fiesta sobre el parqué que no se vio recompensada con un título de campeón para los Kings.
La mala suerte, y, quizás, la frialdad de su principal estrella en los momentos calientes, terminaron por desgajar a aquellos mágicos Sacramento Kings.
Old Sonics vs. New Sonics? |
Después de esto, se toma la dirección contraria y se optó por el perezoso Tyreke Evans y el desequilibrio, en la zona y en su cabeza, del pívot DeMarcus Cousins. Jugadores de mucho uno contra uno, mucho atender a las estadísticas individuales, y mucha derrota, que han acabado con la franquicia hundida.
Seguro que el grupo empresarial que gestiona el retorno de los Sonics a la NBA querrá bendecir su llegada a Seattle, con algo más de nombre que el poco encarrilado talento de los actuales Kings.
Para esa labor, sería bueno que mirasen atrás y entendiesen las gestas de Sacramento, como el camino para resurgir.
Que los números retirados de Lenny Wilkens y Jack Sickma ondeen sobre un equipo que, bajo la nueva piel verde, se le advierta el violeta y negro del equipo que fue the greatest show in court.