La postemporada NBA y la
necesidad de buscar el reajuste que ayude en la victoria, son entorno
apropiado para que jugadores corrientes, olviden que jamás pertenecerán a la aristocracia
de la Liga, y brillen en noches épicas, diseñadas para los héroes por
accidente.
NATE ROBINSON.
Parecía que la carrera de
Robinson sería recordada por sus nefastos concursos de mates y un transitar tranquilo
por los banquillos de la NBA, en el rol de exótico suplente anotador.
Y entonces llegaron los bravos Bulls
y los caprichos de divo de Derrick Rose para destapar que su 1,75 m. de
estatura, es todo corazón.
En el histórico 4º encuentro de primera
ronda contra los millonarios Nets, el pequeño base jugó el partido de su vida
metiendo 23 puntos en un último cuarto, que condenó a Brooklyn a una triple
prorroga en la que no pudieron con la rabia guerrera de Chicago.
LANCE STEPHENSON.
Número 40 del draft de 2010, “Born Ready” grafiteó su
nombre sobre leyendas del Abraham Lincoln High School neoyorquino, como Stephon
Marbury y Sebastian Telfair, y llegó a la NBA, tras lanzar a su novia
embarazada escaleras abajo, en la mejor tradición de jugadores conflictivos de
la Cincinnati University.
La lesión de Danny Granger y su
mandíbula apretada en defensa, le dieron la titularidad en el quinteto de
Indiana Pacers, pero la fama le llegó en el sexto partido de semifinales contra
los Knicks.
25 puntos, 10 rebotes, y el
conservador público del Bankers Life Fieldhouse rendido a sus pies, fue lo que
se llevó esa noche en la mochila, este escolta que podrá exhibir su instinto de
playground, en las finales de conferencia Este.
DANNY GREEN.
Los Spurs todavía son el equipo
Duncan, Parker y Ginobili, y el futuro de la franquicia dependerá de la evolución
del alero Kawhi Leonard, pero aquel interminable partido contra los Warriors en
semis de conferencia, se decidió por la sublime suspensión de este 2ª ronda.
Aquella noche, sus 22 puntos con
6/9 triples, fueron muestra de las cualidades inculcadas en los laboratorios
Popovich: sentido táctico, un lanzamiento de 3 letal y una fe ciega en la causa Spur que ya acaricia una nueva final, seis años después.
CHRIS “BIRDMAN” ANDERSEN.
Este pívot no drafteado de 35
años con su impagable look de badass motherfucker, le ha subido la temperatura
a los Heat desde que llegó en Enero de este año, rindiendo no sólo en la
intimidación, sino también sabiendo anidar en la zona, a la espera del pase
doblado para hundir la canasta.
En el primer partido de la final
de conferencia, se olvidó de la tendinitis crónica en ambas rodillas y de la
cocaína, para marcarse un agarrado con la montaña de Indiana, Roy Hibbert, y
meter 16 puntos con 7/7 tiros en 18 minutos.
Todavía quedan playoffs
y partidos apretados, para que surja algún otro espontáneo que se atreva a dejar de lado las
jerarquías por una noche.