“…not two, not three, not four, not five, not six, not
seven…” LeBron James.
Los playoffs NBA del 2013 llegan
al ultimo asalto con unos Miami Heat que alcanzan su tercera
final consecutiva, más sofocados de lo previsto.
Tras un suave calentamiento con
los amigos de los Bucks, el clan de ninjas de los Bulls y unos ilusionantes
Indiana Pacers le han quitado a Miami ese aura de furia roja imparable, que les
daba la temporada regular.
Justin likes Miami Heat! |
Ante la intermitencia de D-Wade, y, un Chris Bosh, que todavía está buscando aparcamiento en las puertas del pabellón, los Heat se han agarrado al basket brutal de LeBron, y al tiro de tres de Ray Allen y de un inesperado “Achaques” Miller, para acometer un back-to-back, que les de respeto en la NBA.
Lo van a tener complicado porque
enfrente están los de siempre.
Los fantasmas de las Navidades
pasadas, que buscan cumplir su tradición de anillo en años impares.
Unos viajeros del tiempo, que
han evolucionado del amarrategui revenido de sus primeros títulos a un baloncesto
armonioso de talle europeo.
Unos épicos San Antonio Spurs,
comandados por el mito andante Tim Duncan y el Sargento Popovich, que durante
estos años, se han tragado eliminatorias de 4-0 y 4-1 en contra, sin pestañear, y que se merecen este último baile.
Tras la primera victoria del equipo tejano, un enrabietado
LeBron se vengó, violando al tierno Splitter y poniendo el 1-1 en una serie que viaja a la ciudad
de El Álamo.
Los 16 puntos a favor de Miami, envalentonaron a los nuevos
ricos de la NBA, que no llegaron al AT&T Center ataviados para aguantar el
chaparrón de triples que arreció en el tercer cuarto, y que dejó el final del
partido como divertimento en el que ver los últimos coletazos de T-Mac.
Una humillación que no supera, como imagen, el final del
primer encuentro.
El pequeño Parker que se escurre bajo el brazo poderoso de King James.
El pequeño Parker que se escurre bajo el brazo poderoso de King James.
Un tiro imposible al límite de la posesión.
Los dedos de Dios en
una canasta que ya es momento clásico de
las Finales.
Un acercarse a que la historia de la franquicia del negro y plata
no se lea en crónicas deportivas, sino que sea una película de culto con el
basket como excusa para hablar de los fundamentos de la fe.
GO,
SPURS,
GO.
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