En la final NBA se han cumplido
los pronósticos que apuntaban a que el lockout
favorecía a equipos jóvenes con experiencia.
Los cruces contra ilustres
veteranos en final de conferencia han afilado el
temperamento de los contendientes por el título, y han servido en bandeja la
final soñada por el comisionado David Stern.
En Spurs, el recorte de la
rotación saturó de minutos y de responsabilidad a secundarios, acomodados al anonimato
de un basket colectivo, que no pudieron
ayudar a un último hurra del Bigh Three tejano.
El banquillo de San Antonio
entero palideció frente a un suplente Thunder con planta de All-Star. James
“Fear the Beard” Harden, con su bote apresurado y su zurda de oro, es un lujo
al que costará mantener en plantilla la próxima temporada, si se quiere hacer
hueco a la renovación de un Serge Ibaka, sin techo en su juego.
En el otro lado, los heroicos
Celtics han navegado a contracorriente para ir a quemar sus naves en las costas
de South Beach. No han podido con la recarga de la batería Heat que ha sido
Chris Bosh y sus triples, ni con Lebron James, en un permanente Día de la
Bestia.
Para la Final, la NBA ha
conseguido saltar el muro del nuevo Jordan contra el que se han estrellado, una
y otra vez, para regresar al duelo vintage Bird-Magic que hizo levantar el
vuelo de la liga en los 80s.
Falta el tronío de franquicias
míticas como Lakers y Celtics, donde hasta los colores combinaban, aunque bien
pensado, Miami Heat y OKC Thunder son equipos adolescentes, ideales para fans
de nueva era, que nacieron después de que debutase K.G.
Tras el noviazgo sin boda con
Carmelo, se espera que, esta noche, se funde una rivalidad que se reparta los
anillos en la próxima década y seduzca a una audiencia de pulgar fácil.
A la hora de elegir favorito, en
Miami juega a su favor el hecho de que repitan final tras la del 2011. Sin
embargo, esto puede pesar en el ánimo de Lebron que sabe que una tercera final
perdida, si le añadimos la derrota con los Cavs, sería una mochila demasiado
pesada, incluso para sus inmensos hombros.
En el rincón de los Thunder,
cuentan con la ventaja de campo y con ser la viva imagen del sueño
americano. De las cenizas de los
añorados Sonics, nace una franquicia que, con sus elecciones de draft como
principal herramienta, y sin un gran mercado, se han convertido, en sólo cuatro
temporadas, en una realidad que no precisa de más pruebas de madurez y que quiere su premio, aquí y ahora.
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