- Lo dejé en manos de Steve, que sabe más que yo sobre como
actuar en estos casos.
Año 2004. El brillo de los anillos de los últimos campeones,
Spurs y Pistons, señala el camino del éxito al resto de la liga. Basket táctico
de posesiones eternas y jugadores teledirigidos desde el banquillo. Una idea perniciosa que viajó por las
oficinas de muchas franquicias hasta posarse en la mente del dueño de los Dallas
Mavericks, Mark Cuban.
Un frustrado Cuban que se dejó convencer por quienes
pensaban que con Steve Nash jugando de 1, no se le podía hacer frente a San
Antonio o a Lakers, que el equipo llegaba asfixiado a los finales de partido
por el alto ritmo que imponía el base canadiense, que era un coladero en
defensa, y que no debía renovar a un jugador de treinta años.
Seducido por los bíceps de Devin Harris, Cuban no retuvo a
su point-guard All-Star y bendijo su retorno al desierto de Arizona.
En los Phoenix Suns, equipo que lo eligió en el
puesto 15 del draft, Nash encontró un traje a medida para su estilo de juego. Un
entrenador ultraofensivo, y un roster de jugadores (Amare, Marion,
Johnson, Richardson…) encantados de acompañar las galopadas del genio de
Johanesburgo.
Juntos fueron un relámpago que iluminó la NBA y al que los árbitros y las lesiones les privaron de poder disputar el título.
A nivel individual, Nash se calzó las zapatillas de Larry
Bird y consiguió dos MVPs consecutivos que dieron lustre al historial de un
jugador, capaz de teletransportar el balón a las manos del compañero libre de
marca, sólo con la fuerza de su privilegiada mente para el basket de ataque.
Año 2012. Los avances de la ciencia médica y la preparación
física (o lo que sea), estira carreras hasta la cuarentena y se ofrecen
contratos multianuales a veteranos como Garnett (36 años) y Jason Kidd (39 años), mientras que a Samurai Camby (38 años) le ronda media liga, Chauncey Billups (35 años) seguirá
siendo un Clipper en el 2013, y Ray Allen (37 años) ficha por los Heat
campeones que piensan que todavía le quedan triples en la cartuchera.
En este paisaje, los 38 años de Steve Nash no son obstáculo
para que Toronto Raptors le ofrezca 36 millones de dólares por tres años y la
oportunidad de colgar las botas en su país de origen.
El deseo de jugar en un equipo con aspiraciones tras el
ocaso de las últimas temporadas en los Suns, hizo que el pasado miércoles lo tuviese casi hecho con los Knicks de
su amigo Stoudemire.
Sin embargo, los recelos que siempre despierta la errática
franquicia de la Gran Manzana, empujó a Nash a subirse a otro tren, un expreso
sin paradas que cruzaba el país con destino California.
Los Ángeles Lakers, cambian elecciones del draft que
apuntalen la reconstrucción de Phoenix Suns por un talento puro que pueda
encauzar el enorme potencial ofensivo de una plantilla que el año pasado se
quiso que jugase como el Olimpiakos.
Todavía con la sombra del gigante de Orlando sobrevolando el
Staples Center, se busca reforzar aún más el roster angelino con un joven alero que añada su infinita clase
y espíritu de lucha al equipo de púrpura y oro.
Un tal Grant Hill que en Octubre soplará una tarta con
cuarenta velas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario