No es la dictadura de los Heat,
pero la racha de 11 victorias seguidas de los Denver Nuggets es digna de
reseñar. Ni Lakers, ni Thunder, ni Clippers, ni Knicks, ni unos enrachados Grizzlies
han podido contener la estampida que son los Nuggets corriendo la cancha.
Nietos de los Atlanta´s Air Force
de los 80, e hijos de los New Jersey Nets de Kidd, Jefferson y Martin, el entrenador
George Karl ha construido un equipo a la carta, que pone todas las fichas en la
misma casilla: Defensa, contraataque y basket por encima de los aros, plasmado
por la plantilla más física de la NBA.
Stan Kroenke, oligarca deportivo en
cuyo reino conviven el Arsenal F.C. (Premier League) con los San Louis Rams
(NFL) o los Colorado Avalanche (NHL), le ha dado el capricho a Karl de llevar
hasta el final su ideal de baloncesto, en pago por no haber permitido que la
franquicia se hundiese en la depresión tras la salida, hace dos temporadas, del
Rey Sol de Denver desde 2003, Carmelo Anthony.
Por el contrario, se cultivó lo
recibido a cambio, y se mantuvo a los Nuggets entre los ocho primeros del Oeste,
mientras se continuaba perfilando un modelo que ha estallado tras el All Star
de Houston de este año.
La desproporción del pívot JaVale
MacGee, el rugido salvaje de
Kenneth “Manimal” Faried, el turbo incorporado del playmaker Ty Lawson, el pistolero
italiano Danilo Gallinari, y la guinda eléctrica de Andre Iguodala, nacido para
jugar en este equipo, unido a un pabellón casi inexpugnable, los ha convertido
en el invitado pesado con el que nadie quiere cruzarse en la fiesta de los
playoffs.
Además, el avance de la temporada
ha ido sumando soldados a la causa Nugget. Desde el incomprendido doble campeón
universitario (y de la NBA) Corey Brewer, hasta el errante alero Wilson Chandler,
ya asentado en Colorado tras su aventura china, pasando por el gigante
heleno Kosta Koufos, que contra los Grizzlies (18 ptos, 16 rebs), se presentó
como alternativa a explotar por George Karl en el ajedrez de las eliminatorias
por el título.
Porque sólo Koufos y el base
Andre Miller, un genio que lleva 14 temporadas en la NBA jugando andando, dan matices a
un roster, quizás, demasiado unidimensional.
Iguodala no va a vestirse
de Kobe Bryant para jugarse (y meter) tiros decisivos, y vamos a ver quién de
esta plantilla, ahora feliz en este basket socialista, da un paso al frente
cuando baje el ritmo y suban las pulsaciones.
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