Aquella televisión de los últimos
80s, plagada de series que se nos hundieron en el corazón untadas con
Nocilla e ilusión de niño, hubiese sido entorno ideal para la espectacularidad
de Star Trek, The Next Generation
(1987-1994).
Un puñado de capítulos hubieran
bastado para librarse de los prejuicios de repelente serie nerdy y solemne, que aún hoy pesan sobre
ella. Sin embargo, algún discreto de TVE, pensó que no tenía gancho comercial una fantasía heroica en
clave sci-fi, preñada de viajes en el tiempo y combates interestelares, y
heredera de un hito histórico de la pequeña pantalla como Star Trek, The Original Series (1966-1969), condenándonos a temporadas y temporadas de Se Ha Escrito Un Crimen, mientras que La Nueva Generación, pasó a ser sólo una foto diminuta en la
columna de las autonómicas de la Teleindiscreta.
Ello condujo a que el posible acercamiento a la saga se limitase a unas adaptaciones cinematográficas donde se alternaron
momentos brillantes, tales como La Ira de
Khan, o Aquel País Desconocido,
con otros de menor calidad como Generations
o La Última Frontera (Bill, ¿en qué
estabas pensando? ¿¿Dios como enemigo
de la Flota Estelar??) pero que pecaron de ser demasiado autorreferenciales
y de no pasar de ser (buenos) capítulos de una mayor duración.
Tampoco las ramificaciones
posteriores (Espacio Profundo 9,
Voyager…) cambiaron la opinión general de producto exclusivo para la horda
de talibanes que hace tiempo se mudaron a vivir a Star Trek.
Para mí, están siendo los
recientes films de J.J. Abrams los que están democratizando el universo trekker,
y le abren la puerta al profano que se da cuenta que el mundo no termina
con Star Wars.
Paradójicamente, ya se ha
anunciado que Abrams, se baja de la nave, para ponerse a las ordenes de George
Lucas, en una nueva trilogía de La Guerra de las Galaxias, que adecente el
desastre de los Episodios I-II-III.
Y ahora tocaría hablar acerca de la teórica incompatibilidad
entre ser seguidor o simpatizante de Star Trek y de Star Wars. Así como, de la supuesta superioridad moral de Star Wars sobre Star Trek, como saga de
ciencia-ficción definitiva.
Desde mi punto de vista, Star Wars es grande y posee un aura legendaria que ha soportado las mezquinas jugadas comerciales de un Lucas que saqueó el bolsillo del fandom, a golpe de re-re-reediciones de los films originales y de productos indignos. Pero son
tres magníficas películas (o dos y media) que iluminaron mi infancia, y otras tres que son, cómo
decirlo, una mierda.
Por su parte, Star Trek son más de 40 años de producción audiovisual con cosas mejores y peores, pero que ha construido una apasionante mitología en la que poder zambullirse. Anyway, esto no es fútbol y hay momentos para todo.
Por su parte, Star Trek son más de 40 años de producción audiovisual con cosas mejores y peores, pero que ha construido una apasionante mitología en la que poder zambullirse. Anyway, esto no es fútbol y hay momentos para todo.
Lo que está claro es que
la visión de Gene Roddenberry de llevar a las estrellas, las aventuras de
marinos que salen de puerto y se adentran en lo desconocido; y de mostrar el
sueño de una sociedad futura sin las lacras del racismo y la avaricia,
perdurará.
Ya sea con la tripulación del
Capitán Kirk o con la del Capitán Picard; en la pequeña, en la gran pantalla, o en
Internet; en libros, en series de animación, o en obras creadas por los
fans; estoy seguro que el bucle espacio-temporal sólo se cerrará en el 2.245,
año en que el U.S.S. Enterprise surque por primera vez, el espacio, la última
frontera, e inicie el viaje que nos llevará hasta dónde ningún hombre ha llegado
antes.