domingo, 22 de abril de 2018

CLEVELAND CAVALIERS. SI TE DICEN QUE CAÍ.



A dos derrotas de ser eliminados en primera ronda.

Un panorama muy distinto al esperado por la franquicia de los Cleveland Cavaliers al comienzo de la presente temporada. 

Pese a la salida de Kirie Irving, que se aburrió de ser sólo vasallo de King James, las llegadas del pointguard All Star Isaiah Thomas, del viejo camarada de los Heat, D-Wade, más la penúltima oportunidad al que fue MVP, Derrick Rose, situaba a los Cavs, de nuevo, como favoritos para liderar la Conferencia Este y reencontrarse con los Warriors en la lucha por el anillo.




Sin embargo, la química no fue la esperada y tras sumar más derrotas de lo acostumbrado, se decide deshacer lo hecho, y apostar por la movilidad  del ala pívot Larry Nance Jr. y la velocidad de Jordan Clarkson , más el núcleo duro de los Cavaliers campeones del 2016. Aún así, la definitiva involución de Kevin Love que ha pasado de acumular dobles-dobles en Minnesota a ser un mero cuatro abierto más la caída en desgracia de Tristan Thompson, han dejado a Lebron James más solo que nunca en su objetivo de ganar un nuevo campeonato. 

Ante esto, no han tardado en aparecer los rumores que anticipan una nueva salida de James y son varios los posibles destinos:
¿Formar parte del renacimiento de Los Angeles Lakers o ser la guinda del pastel de los Sixers? ¿Liderar un nuevo Big Three con Harden y Chris Paul en Houston o intentar romper la maldición de los Clippers?

Compleja decisión para el que juega no sólo con sus rivales actuales sino contra los mitos del baloncesto norteamericano.

Pero… ¿merece la pena abandonar a Cleveland por segunda vez por arañar otro trofeo Larry O´Brien? ¿Hay más grandeza en los títulos o en el amor por unos colores? ¿En la actual NBA, es posible el retirarse en el equipo de tu vida o se debe repetir lo hecho por los O´Neal, Ewing, y Olajuwon que jugaron sus últimos partidos, lejos de las ciudades en las que habían hecho historia?

Estas preguntas está obligado a responder el que quiere ser considerado the greatest of all time y que, a sus 33 años, ya debe decidir cuál quiere que sea el broche a su carrera. 

Si quiere alguna pista, podría repasar lo que hacía Michael Jordan a su edad que fue volver a sus Chicago Bulls para un nuevo reinado de tres anillos consecutivos. O preguntarle a Tim Duncan qué significa ser de los Spurs, tanto en el éxito como en el fracaso.

Y también podría reflexionar que tiene más valor: jugar las Finales o dejar un legado de compromiso con el Estado que te vio nacer. 

viernes, 20 de abril de 2018

PHILADELPHIA 76ERS. LA LUZ AL FINAL DEL TUNEL



Tanking: Estrategia empleada por las franquicias del deporte norteamericano para conseguir mejores elecciones del draft, a través de incrementar su número de derrotas en temporada regular.

También fue el camino elegido por uno de los equipos clásicos de la NBA, los Philadelphia 76ers, para ser amos de su destino y asegurarse lugar de privilegio en la élite de la liga en la próxima década.

En el 2013, año en el que se inicia “el proceso”, los Sixers andaban buscando enfocar su proyecto. Pese a la salida del que había sido líder durante varias temporadas, el atlético forward André Iguodala, y el fiasco de Andrew Bynum (pívot frágil al que se le quitaron las ganas de jugar al basket tras ser campeón con los Lakers) la situación era sostenible. La frecuente aparición en playoffs y la progresión del Nº 2 del Draft 2010, Evan Turner, no anticipaban lo que estaba a punto de ocurrir: la demolición hasta los cimientos de la franquicia y el poner el punto de mira varios años en el futuro.

Cabe destacar que el tanking ya formaba parte de la NBA, pero casi siempre se había empleado con disimulo, cuando las temporadas se torcían por las lesiones o por dinámicas negativas, y el poder conseguir alguna perla universitaria se imponía a la vergüenza del fan.

Sin embargo, en este caso, el plan de General Manager Sam Hinkie era prepararse para temporadas de travesía por el desierto. La idea era librarse de los contratos largos y caros, llenar el roster de jugadores de la D-League, y atesorar picks altos en la lotería del draft.

Pese a ello, los dioses del basket, castigaron las argucias de Philadelphia con una plaga de lesiones que retrasaron la culminación del proceso. Dos temporadas tardó la explosión del gigante camerunés Joel Embiid (Nº3 Draft 14) y una temporada, el poder ver las cualidades de jugador total de Ben Simmons (Nº1 Draft 16). Así mismo, los incidentes fuera de la cancha y la evolución del baloncesto, hicieron que el campeón de la NCAA Jahlil Okafor  (Nº3 Draft 15) y su juego de pies, tampoco vieran la llegada a la tierra prometida de los playoffs.

Igual que le ocurrió al propio Sam Hinkie que fue sacrificado por los 76ers a instancias de una NBA que quiso ajusticiar al perverso ideólogo de la peor racha de victorias de la historia del deporte profesional.


Anyway, con Embiid y Simmons sanos y la llegada del talento croata, Darío Saric, se decide al fin, empezar a ganar. Se reviste el banquillo de anotación europea con Marco Bellinelli y Ersan Ilyasova, se trae de los Clippers la seguridad desde la larga distancia de J.J. Reddick, y se mantiene en el quinteto a un superviviente de la época oscura como Robert Covington, solvente en defensa y ataque.

Hasta el momento lideran la primera ronda de PO, 2-1 frente a los Miami Heat y se postulan como posibles rivales de unos mermados Celtics, en semifinales.

Un final feliz que sólo empaña lo que ha sido la tónica habitual de los Sixers durante este largo proceso. Su flamante Nº 1 del Draft del 2017, el base Markelle Fultz, debido a sus problemas de hombro, se ha perdido casi toda la temporada.

Nada que preocupe en exceso a una franquicia que se ha acostumbrado a convivir con la frustración y que ya roza con los dedos ser el mejor equipo de la Conferencia Este.


jueves, 19 de abril de 2018

UTAH JAZZ. LA REVUELTA TRANQUILA.



Empate a una victoria y el factor cancha a favor.

Con ese botín viajan a los Jazz de regreso a Salt Lake City para encarar el resto de la eliminatoria con los OKC del actual MVP Russel Westbrook.

Resultado sorprendente tendiendo en cuenta que los Thunder habían hecho el esfuerzo de contentar a Westbrook con los All-Stars Paul George y Carmelo Anthony, tratando de evitar que siga a los Durant, Harden e Ibaka…que buscaron el éxito, lejos de la franquicia de Oklahoma.

Precisamente, ese gusto por los traspasos ostentosos y las apuestas inmediatas es justo lo opuesto de lo que se practica en las oficinas de Utah Jazz.

Proyectos a medio-largo plazo, asentados en elecciones de draft y plantillas con mucho espacio para el jugador extranjero, sin prejuicios para trasladarse a un pueblo grande como es Salt Lake. Hogar de una de las congregaciones mormona más grande de todo el país, hay poco que hacer en la ciudad para divertirse salvo ir a ver a unos Jazz que se quedaron huérfanos a principios de temporada, de su estrella, el alero Gordon Hayward.

Tras siete temporadas, el ex de Butler escogió el lógico camino para las figuras blancas y se fue a los Celtics, dejando desolado a un Ricky Rubio que llegaba con ganas de probar por fin la sensación de jugar la postemporada. Y es que el talento para el tapón y la intimidación de Rudy Gobert o la solvencia bajo los aros de Derrick Favors no eran, a priori, argumentos de peso para creer en que el equipo consiguiese volver a alcanzar los playoffs.

Anyway, lo que no sabía el base del Masnou era que, poco antes que él, había llegado a la franquicia la llave para que ya se hable de Utah, si no como aspirante al anillo, sí como un proyecto joven y sólido al que jugadores de nivel quieran sumarse.



Esa llave es Donovan Mitchell. Escolta, 1,91m, número 13º del Draft del 2017 y firme aspirante a rookie del año. A su candidatura aporta su fantástico físico, su explosivo uno-contra-uno y un descaro, impropio de su juventud, que ya lo ha convertido en líder de los Jazz.

A Mitchell unimos los puntos que, por fin, aporta Ricky Rubio, la experiencia de Joe Ingles, la defensa de Jae Crowder…más las ideas claras del entrenador Quin Snyder, y obtenemos muchas ganas de sentir cómo rugirá el próximo sábado el Vivint Smart Home Arena, en el tercer partido de una eliminatoria que se anticipa larga y disputada.

Al fondo del banquillo de los Utah, estará un joven y escuálido base que seguro recuerda cómo era el ambiente el día de partido en los tiempos en los que los Utah Jazz quisieron hacerle frente a la leyenda.

Un tal David Stockton.