Tanking: Estrategia empleada por
las franquicias del deporte norteamericano para conseguir mejores elecciones
del draft, a través de incrementar su número de derrotas en temporada regular.
También fue el camino elegido por uno
de los equipos clásicos de la NBA, los Philadelphia 76ers, para ser amos de su
destino y asegurarse lugar de privilegio en la élite de la liga en la próxima década.
En el 2013, año en el que se
inicia “el proceso”, los Sixers andaban buscando enfocar su proyecto. Pese a la
salida del que había sido líder durante varias temporadas, el atlético forward
André Iguodala, y el fiasco de Andrew Bynum (pívot frágil al que se le
quitaron las ganas de jugar al basket tras ser campeón con los Lakers) la
situación era sostenible. La frecuente aparición en playoffs y la
progresión del Nº 2 del Draft 2010, Evan Turner, no anticipaban lo que estaba a
punto de ocurrir: la demolición hasta los cimientos de la franquicia y el poner
el punto de mira varios años en el futuro.
Cabe destacar que el tanking ya formaba parte de la NBA, pero casi siempre se había empleado con disimulo, cuando
las temporadas se torcían por las lesiones o por dinámicas negativas, y el
poder conseguir alguna perla universitaria se imponía a la vergüenza del fan.
Sin embargo, en este caso, el
plan de General Manager Sam Hinkie era prepararse para temporadas de travesía
por el desierto. La idea era librarse de los contratos largos y caros, llenar
el roster de jugadores de la D-League, y atesorar picks altos en la lotería del
draft.
Pese a ello, los dioses del
basket, castigaron las argucias de Philadelphia con una plaga de lesiones que
retrasaron la culminación del proceso. Dos temporadas tardó la explosión del
gigante camerunés Joel Embiid (Nº3 Draft 14) y una temporada, el poder ver las
cualidades de jugador total de Ben Simmons (Nº1 Draft 16). Así mismo, los
incidentes fuera de la cancha y la evolución del baloncesto, hicieron que el
campeón de la NCAA Jahlil Okafor (Nº3 Draft 15) y su juego de pies, tampoco vieran la llegada
a la tierra prometida de los playoffs.
Igual que le ocurrió al propio
Sam Hinkie que fue sacrificado por los 76ers a instancias de una NBA que quiso
ajusticiar al perverso ideólogo de la peor racha de victorias de la historia
del deporte profesional.
Anyway, con Embiid y Simmons
sanos y la llegada del talento croata, Darío Saric, se decide al fin, empezar a
ganar. Se reviste el banquillo de anotación europea con Marco Bellinelli y
Ersan Ilyasova, se trae de los Clippers la seguridad desde la larga distancia
de J.J. Reddick, y se mantiene en el quinteto a un superviviente de la época
oscura como Robert Covington, solvente en defensa y ataque.
Hasta el momento lideran la
primera ronda de PO, 2-1 frente a los Miami Heat y se postulan como posibles
rivales de unos mermados Celtics, en semifinales.
Un final feliz que sólo empaña lo
que ha sido la tónica habitual de los Sixers durante este largo proceso. Su
flamante Nº 1 del Draft del 2017, el base Markelle Fultz, debido a sus
problemas de hombro, se ha perdido casi toda la temporada.
Nada que preocupe en exceso a una
franquicia que se ha acostumbrado a convivir con la frustración y que ya
roza con los dedos ser el mejor equipo de la Conferencia Este.
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