Tenías razón, Bert. Aparte de talento hace falta carácter.
Yo lo adquirí en una habitación de motel de Louisville.
Fast Eddie Felson.
Oculto en la web de la GQ, se
encuentra el blog Nada Importa, guía de tendencias actitud, joie de vivre y hedonismo sin medida, del
acerado Jesús Terrés.
En dicho blog, su autor buscó
orientarnos en la compleja tarea de ser un hombre de bien, en estos (feos)
tiempos de coñería generalizada.
Para ello, Terrés expone un modelo
de conducta en diferentes escenarios (bodas, vacaciones, de copas…), aunque yo
creo que es mejor recurrir a un más práctico ¿Qué haría Paul Newman?
Ante las dudas, sólo hay que
acudir al recuerdo de esas cálidas sesiones de tarde con “Dos Hombres y un
Destino”(1969), “La Leyenda del Indomable” (1967), “Marcado por el Odio” (1954),
“El Golpe” (1973), “El Coloso en Llamas” (1974), “El Castañazo” (1977), … en
las que reinaba el carisma del siempre honesto Paul Newman.
El más listo de la clase.
Sin las maneras aristócratas de
su compadre Redford, pero con una sencilla elegancia de barrio, de media
sonrisa y lucky atravesado.
Un héroe atípico con la voz
cascada de Rogelio Hernández, al que únicamente al final se atrevieron a
colocar de villano.
De vuelta de todo, pero sin dejarse roer por el desengaño.
Bebedor empedernido de cerveza hasta para llevar un abridor colgado del cuello.
Bebedor empedernido de cerveza hasta para llevar un abridor colgado del cuello.
Con el gusto de regalar sus coches deportivos a sus amigos cuando vio acercarse el final.
Un tipo al que los años suavizaron su mueca de actor de método, pero al que siempre le pesó el ser demasiado guapo, no tener las mil caras de Bobby De Niro, ni el talento suficiente para desbancar al mito de Brando.
Un tipo al que los años suavizaron su mueca de actor de método, pero al que siempre le pesó el ser demasiado guapo, no tener las mil caras de Bobby De Niro, ni el talento suficiente para desbancar al mito de Brando.
Da igual. A él se le debe valorar por su labor social.
Por ejercer de mentor del espectador novel, echando su brazo sobre nuestros hombros y enseñándonos a no dejarnos vencer.
Gracias por todo Señor Newman.
Por ejercer de mentor del espectador novel, echando su brazo sobre nuestros hombros y enseñándonos a no dejarnos vencer.
Gracias por todo Señor Newman.