La diferencia se percibe desde la
portada.
El primer plano de Chris Isaak
sonriendo en San Francisco Days (1993) había sido sustituido por una fría
instantánea del cantante pensativo, junto a su Chevrolet.
En su interior, la melancolía infinita
de Roy Orbison y Buddy Holly en la purga por el amor abandonado.
Pese a ello, esta obra conceptual,
lejos de deprimir o resultar ñoña, supone una exquisitez para connoisseurs que nunca defrauda cuando se
acude a ella.
No suelo escuchar la canción
inicial, el turbulento blues Baby Did A
Bad Bad Thing. Por eso, mi Forever Blue (1995) comienza con Somebody’s Crying.
Delicado medio tiempo en el que Isaak
se distancia de su frustración cantando en tercera persona sobre alguien que llora y pide que le confirmen que nunca más habrá amor. Finaliza con esos
falsetes imposibles, marca de la casa, y precede a uno de los temazos del LP.
Graduation Day, sonido más austero que en el anterior tema, mucho más
si se compara con la producción de anteriores trabajos. Destaca el aire country que le da el pedal steel. Sin embargo, su letra la emparenta directamente con el
imaginario de Springsteen: la nostalgia de la juventud, los sueños incumplidos,
y, por supuesto, el desamor.
En Go Walking Down There, Chris avanza en las fases del duelo y la
tristeza da paso a la cólera. Un redoble de batería inicia una enérgica canción
que le da tensión al disco al gritar Isaak su rabia por
no tener el amor del que disfrutan los demás.
No obstante, es sólo un amago y
el artista pronto vuelve a revolcarse en la tristeza y a suplicar por otra oportunidad
en la sencilla Don´t Leave Me On My Own, o a engañarse pensando en que todavía no se ha acabado, en la sombría Things Go Wrong. A estas alturas del álbum,
queda clara la intención de dejar en un segundo plano a los instrumentos para
darle espacio a la lágrima en la garganta de Chris Isaak.
Y llegamos al momento culmen del
CD, donde el cantante, paradójicamente, toca fondo. La toma de conciencia de
que ella no volverá, se cuenta con el gemir de una guitarra
acústica y un susurrante Forever Blue. El suspiro traducido en canción.
Se levanta el vuelo y, aunque habla de lo mismo, hay más empuje en There
She Goes y, sobre todo, en la eléctrica cana al aire de Goin´ Nowhere, en la que Chris, entre
aullidos, le dice que es la clase de chica que luce mejor desnuda.
El siguiente tema es otro de mis
favoritos. Oscura atmósfera surf en un Change
Your Mind que hace entender el porqué directores de mirada turbia como
Kubrick o Lynch decidieron contar con el californiano en sus bandas sonoras. La
parte recitada del final, puro caviar.
The End Of Everything pone un lánguido broche al disco y te envía
flotando de vuelta a Somebody´s Crying,
para otro paseo por esta maravilla, atemporal, nocturna y redonda como pocas, que
define la melancolía como la felicidad en la tristeza.
Y otro día hablamos de la mejor
canción de la Historia que, casualmente, también es de Chris Isaak.
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