Me jode pecar de oportunista y
dedicarle un post justo ahora que tras su muerte, le llueven los homenajes.
Sin embargo, no puedo evitar
escribir sobre alguien tan Triple Amenaza como Lou Reed.
Frente a deidades como David Bowie del que
yo dudo que realice las necesidades fisiológicas de todos los seres humanos,
Reed siempre fue más cercano.
Un superviviente que hablaba con
crudeza de lo que había experimentado. Un músico real al que los
electroshocks de su niñez le activaron una capacidad especial para convertir lo
local en universal.
Es por esto que su Nueva York, yonkie
y poética, también se entreveía en las ciudades españolas de la Transición, y
toda una generación que empezaba a respirar, abrazó la portada del Transformer (1972) y apostó por ser
libre.
Como los Burning o el Loco que
sabían que no podían ser Jagger o Elvis, pero sí podían intentar parecerse a Lou Reed.
Yo conocí ese disco, veinticinco
años después, cuando aún no se había democratizado el acceso a la música y cada
CD era oro. Se vino a casa conmigo tras un almuerzo en casa de mi tío y ahí
sigue, junto al recuerdo nebuloso de “Hangin´ Round”, “Satellite Of Love”, “Vicious”,
“Perfect Day” y, por supuesto, la majestuosa “Walk On The Wild Side”.
Se hubiera retirado tras grabar
esto y no sería menos grande.
Ténebre canción de cuna que
acompaña un desfile decadente de travestis, camellos y chaperos de la Corte de Andy Warhol que te invitan a pasarte al lado salvaje. Prueba palmaria de que, como
decía Sick Boy, Lou Reed LO TENÍA. Y si no lo mostró con más frecuencia fue porque
sufrió la paradoja de sobrevivir a la época de la que se nutría su talento.
Anyway, su maltratado hígado le ha dado la posibilidad de volver a coger la forma. Porque en el Cielo al que va Lou, se ve el Empire State desde cada esquina, Holly, Candy y Joe acaban de llegar a la ciudad, y la heroína es pura.
Anyway, su maltratado hígado le ha dado la posibilidad de volver a coger la forma. Porque en el Cielo al que va Lou, se ve el Empire State desde cada esquina, Holly, Candy y Joe acaban de llegar a la ciudad, y la heroína es pura.