viernes, 25 de enero de 2013

LEIVA. FLORES SILVESTRES.


Dime con quién tocas, y te diré quien eres.

La personalidad de Pereza se puede dibujar uniendo los puntos entre las distintas colaboraciones/versiones en las que han estado implicados. 

Andaban de gregarios por los 40 Principales, cuando la infame cadena musical les señaló el camino. Una reinterpretación de su “Pienso en aquella tarde” con, nada menos que, David Summers (Hombres G) y Dani Martín (El Canto del Loco). Su destino era dejar atrás los garitos, para ser la next generation del pop ñoño de sus padrinos.

Pero ahí, Leiva y Rubén estuvieron espabilados, y se escaparon del coñazo de una adolescencia eterna a la que están condenados los creadores del “Sufre Mamón” y  “La Madre de José”.

Pin y Pon

Pegan el estirón dándole su toque a temas de Radio Futura, Miguel Ríos, Andrés Calamaro, Loquillo y Sabina. O en su “Los Amigos de los Animales”(2006), auténtico quien es quien del rock nacional de ayer y hoy, en el que se juntan con Sidonie, Iván Ferreiro, Quique González, Bunbury, Carlos Tarque, Coque Malla, y Ariel Rot, entre otros, para asentar un estilo que funde el pop de Ronaldos y el rock de Burning.

Ese interés por progresar también se percibe en obras propias, los dorados “Aproximaciones”(2007 y “Aviones”(2009), con singles de raíz acústica, en los que, por primera vez, son más Beatles que Stones, y que serán las semillas que florecerán en este hermoso “Diciembre” (2012).


Con su primer trabajo en solitario, Leiva se deshace de los corsés mainstream de Pereza (y de Rubén que, no nos engañemos, es el Garfunkel de esta pareja), para volver al principio del camino. Abandona la pose canalla, se cala el sombrero, ahora que los rizos comienzan a ralar, y viaja a los 70 para revivir el wall of sound de Phil Spector, en un reseteado de las obras de George Harrison y Tom Petty.

Madurez, buen gusto y libertad emanan de la radiante “Nunca Nadie”, de la cicatriz del desamor de “Eme”, de la trepidante “92” o del barniz perezoso de la rockera “Penaltis”, todas sujetas por una omnipresente sección de vientos y la garganta de terciopelo de Leiva.


Pero el disco guarda lo mejor para el final. Una pequeña flor silvestre, descubierta por casualidad.

Previa del Atlético de Madrid-Athletic de Bilbao de final de la Uefa de 2012. Leiva, colchonero reconocido, se pasa con su guitarra por “El Partido de las 12” de la COPE para participar de la tertulia y meter el primer gol para el Atleti.

Por expreso deseo de Paquito González, canta “Vis a Vis”, la cual se escucha aún más desgarrada en la madrugada, y me acerca a un “Diciembre”(2012) que suena fuerte en mi cabeza desde esa noche.

domingo, 13 de enero de 2013

SIEMPRE STONES.



El cincuenta aniversario de los Rolling Stones se celebra con un documental, una película, un recopilatorio, una marea de camisetas con el mítico logo y rumores de una nueva (¿y última?) gira mundial, que de continuidad a los conciertos de Londres y New Jersey, de finales de 2012.

Pero, ¿Tiene sentido, a estas alturas, que los Stones vuelvan a la carretera? ¿No sería mejor bajar el telón y no estirar aún más los límites de su longeva carrera?

Por mi parte, pienso que el que el grupo eluda la jubilación es un ejercicio de responsabilidad para con la civilización occidental, que aún no está preparada para verse huérfana de la más grande banda de la historia del Rock.

Tras 50 años siendo la referencia, ¿Quién nos asegura que el Apocalipsis Maya no será desencadenado por el adiós stoniano? ¿En manos de quiénes nos dejaran? ¿Muse? ¿Coldplay? ¿En serio? ¿COLDPLAY?

Antes habría que ponerle remedio. Presionarles para que expliquen ese secreto que los ha mantenido jugando en otra liga y que el resto de bandas desconoce. Obligarlos a desvelar cómo consiguieron construir un repertorio que ejerce de enciclopedia musical del S.XX.


Por eso, hasta que eso ocurra, no creo que se retiren. 

Porque todavía les queda marcha en el cuerpo, porque el ego y la avaricia de Mick Jagger aún deben ser alimentados por el fervor de las masas, porque Keith Richards, con su mirada vacía y su cuerpo de labriego, aún consigue que el riff de Jumpin Jack Flash suene como un avión despegando.

Porque hasta los AC/DC agachan la cabeza ante los Rolling, sabiendo que por encima de ellos, sólo el cielo y las estrellas.

Porque no tiene sentido un mundo sin los Stones, sin un nuevo disco, sin un nuevo World Tour en el que cada concierto se viva como un avistamiento ovni.

Porque ese rock and roll sucio y pegajoso, cubierto de piel de leopardo y empapado de heroína, todavía activa los resortes internos de cualquiera con oídos en la cabeza, sangre en las venas y sentimientos en el corazón.

Porque siempre han estado ahí.

Porque son los putos Rolling Stones, y nadie más lo es.


“Cuando toco me elevo a otro lugar. La gente me pregunta por qué no lo dejo. El hecho es que no me puedo retirar hasta que no estire la pata. Creo que no acaban de entender lo que gano yo con todo esto. No lo hago sólo por el dinero ni por ti. Lo hago por mí”
                   
                       Keith Richards