viernes, 16 de noviembre de 2012

NEW YORK KNICKS. LA VIEJA ESCUELA.




        El equipo de los años y de las barrigas; la de Kidd, la de Brewer, la de Sheed, la de Felton; y líderes de la NBA.

¿Un nostálgico el General Manager de los Knicks, que ha fichado para el roster 2012-13, esa cuadrilla de veteranazos con el culo pelao?

Si se hubiese contentado sólo con un Jason Kidd cuarentón, pero todavía en forma, y un solvente Marcus Camby, que se cruzó por el camino con la gran esperanza amarilla del Madison, hubiese tenido un pase.

Pero cuando se animó de nuevo con el pívot Kurt Thomas que ya estaba mayor cuando se fue en 2005, sacó del retiro a Rasheed Wallace, y pescó en Europa esa joven promesa argentina llamada Pablo Prigioni, comenzaron las sonrisas en la Liga, pensando que la errática franquicia de la gran manzana volvía a las andadas.

Sin embargo, aunque la carta de la experiencia siempre es arriesgada cuando los jugadores llegan con demasiados achaques, demasiado dinero o demasiado ego. Parece que no es el caso, viendo como anoche, Wallace le explicó al sensible Splitter que ya no juega en 2ª División, y viendo como Jason Kidd, que lo ha sido TODO en la NBA, derrochó en la victoria frente a los invictos Spurs, algo que hacía tiempo que no se asociaba con la camiseta azul y naranja: Orgullo.


Además, si se analiza la plantilla, se distingue la intención del G.M. Glen Grunwald, de enviar a la guerra a los Ronnie Brewer, J.R. Smith, Shumpert o Chandler, y abrir el camino para la calidad de Carmelo y su banda de viejos rockeros.



No sé si será suficiente para triunfar en playoffs, o sí las lesiones harán que se desmorone el equipo como un castillo de naipes. 

Lo que si sé es que uno se siente viejo cuando se retiran los deportistas que vio debutar. Y que cambio horas de sueño por juventud, para ver esta madrugada a los Knicks frente los lideres del Oeste, Memphis Grizzlies, deseando disfrutar, un poco más, de esos jugadores que consiguen agolpar los recuerdos de tantas noches de basket.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

… JAMÁS TE PERDONARÉ.



     La mediocre “To the Devil…a Daughter” (1976), va sobre un novelista especializado en lo Oculto, un despistadísimo Richard Widmark, enfrentado a una secta satánica por el alma de Natasja Kinski.

Ante un público que ya prefería removerse en la butaca con un terror más adulto, como el que proponían “El Exorcista” (1973) o “La Profecía” (1976), el largometraje fracasó con estrépito, y fue una estaca en el corazón de la mítica Hammer Film Productions, reina durante décadas de su particular cosmos de sangre, sexo y horror.

Con el nuevo milenio, la factoría británica regresa de la tumba y palpa el mercado con títulos humildes que le allanan el camino a su proyecto más ambicioso, la adaptación cinematográfica de la novela gótica “La Mujer de Negro”.

El bestseller de Susan Hill, tras pasar por el teatro y la televisión, llega a la gran pantalla de la mano de James Watkins, un cineasta que siempre eleva la calidad de los films en los que participa.  

Tras la reivindicable “My Little Eye” (2002), “The Descent” (2005), un must en el cine del género de la última década, y la brutalidad sociológica de “Eden Lake” (2008), este joven director y guionista decide contar el viaje del abogado Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) a la remota aldea de Crythin Gifford, para tramitar la venta de una antigua mansión. Una vez allí, se topa con unos lugareños hostiles que le presionan para que se marche, mientras percibe la extraña presencia de una mujer de negro entre los muros del caserón.

James Watkins

El éxito, comercial y artístico, de esta historia, en apariencia, convencional, reposa, sobre todo, en la clase tras la cámara de J. Watkins. Responsable de desempolvar los clichés victorianos y de que las sombras de “El Orfanato” (2007) y “La Maldición de Rockford” (2011), se disipen en la angustia a fuego lento que asoma en la mirada de Radcliffe.

Para el año que viene, la Hammer ya prepara secuela, “The Woman in Black: Angel of Death” (2013?), convencida de que el terror aún se oculta en esa casa, envuelta por la bruma de la marisma, en la que habitan los miedos de la infancia.


Lo mejor: Un atormentado Daniel Radcliffe, la cena en casa de los Daily, y el perturbador prólogo.

Lo peor: Las concesiones a los convencionalismos del subgénero de casa encantada, y una posible domesticación del director.


Anyway, para el que escribe, la prueba del algodón de la película es que su recuerdo me sigue produciendo los mismos escalofríos que cuando la vi, y que es un alivio terminar el post justo ahora que está anocheciendo.

Pero, un momento,…Señora, ¿Cómo ha entrado en mi casa?...y…¿Por qué viste de luto?...¿No me oye?...¿Señora?...