sábado, 16 de agosto de 2014

AMERICANA. CAMINANDO POR LOS RAILES (I).











                                                                                                                
Americana: Género que engloba las distintas corrientes de la música tradicional norteamericana.

Senda de ida y vuelta en la que el avance lleva al comienzo.

Enjambre de vías, cruces y conexiones al que es imposible marcar los contornos, y sólo cabe dejarse llevar y disfrutar del viaje por obras atemporales de las que acompañan en la noche y refrescan cuando aprieta el Sol.

Mr. Parsons goes to sin city.


A pesar de tener todos los boletos para ser Country singer (criado en el Sur, de padres alcohólicos y guitarrista desde la infancia) al joven Gram Parsons, no le interesó la música de su tierra hasta asistir a un concierto de Merle Haggard, a mediados de los 60s.

Tras esto, cambió la Universidad de Harvard por Los Angeles con la idea de triunfar en la música. Allí no tardaría en ser invitado a formar parte de la célebre banda de pop psicodélico The Byrds, a los que convenció de que el Country era algo cool.

Mismo trabajo pedagógico hizo con Keith Richards, con el que compartió, aparte de jeringuillas, su pasión por la música de raíces. Y es que el que huela a Country en LPs de los Stones como el Let It Bleed (1969) o el Exile On Main Street (1972) es mérito de esta estrella fugaz que se apagó con 26 años y cuyas cenizas flotan desde entonces por Joshua Tree.


Aún así, pese a morir joven, le dio tiempo para dejar como legado un nuevo estilo llamado por Gram, el Cosmic American Music. Una personal fusión de Rock, Folk, Country y Gospel que lo sitúan como patriarca espiritual del Americana.

Tanto en solitario como formando parte de los Flying Burrito Brothers o los premonitorios Fallen Angels, dio muestras de su gran talento para reconvertir la música popular y suyas son composiciones de las que han mamado artitas de todo el mundo. Aún así, yo me detengo en la versión, bonita y triste como la vida, de la inmortal "Love Hurts", que grabó con su amiga Emmylou Harris.

Kris Kristofferson. Algo en lo que creer.


El tipo que nos hace avergonzarnos al resto de los hombres.

Graduado en Literatura Inglesa por la Universidad de Oxford, boxeador, capitán del Ejercito USA, piloto de helicópteros, actor en docenas de películas y leyenda del Country.

Un verso libre de 78 años con una historia en cada arruga  y una canción en cada cana llamado Kris Kristofferson.

Un escritor cuyos temas han sido reinterpretados por cientos de músicos y que cambiaron el rumbo del Country. Aun así, sus comienzos fueron complicados y tuvo que plantar su helicóptero en el jardín de la Mansión de Johnny Cash y entregarle una cinta en mano para iniciar su carrera como compositor.

Con las bendiciones del man in black, pronto sus innovadoras letras, desnudas y cercanas, repletas de antihéroes de botas sucias y ojos rojos, se volvieron un bien codiciado en Nashville, ya que casi aseguraban el Número 1 en las listas de singles.


No obstante, Kristofferson fue uno de los muchos que abandonó la capital de Tennesse a comienzos de los 70s, espantado por el pop que comenzaba a dominar la ciudad. Se fue a Texas junto a Waylon Jennings, Willy Nelson y otros outlaws a tocar el Honky Tonk de toda la vida. Y al cabo de los años, esos forajidos, se juntarían con Johnny Cash en el supergrupo Country definitivo: The Highwaymen.


A la hora de acercarse a la imponente discografía de este hombre, los dos discos que grabaron son una buena opción, así como su debut, con la versión primigenia del clásico “Me and Bobby McGee”, pero a mí me tiene hipnotizado esa trilogía mágica formada por This Old Road (2006), Closer To The Bone (2009) y Feeling Mortal (2013).

Discos austeros en los que resuena una voz cavernosa que habla sobre la vejez, sobre los amigos que se fueron, sobre esa América que ya no es la que una vez amó. Y que confronta al viejo peregrino y le pregunta si todavía cree en la revolución.



En lo que creo yo es en alguien que a su manera siempre intenta ser libre.

Yo creo en Kris Kristofferson.  


El Country de los universitarios.


1987. En las afueras de St. Louis, Jeff Tweedy y Jay Farrar forman Uncle Tupelo, banda que había oído los mismos discos de Hüsker Dü que Eddie Vedder, pero que  a la distorsión y al desencanto, querían añadirle la herencia de la tradición.

Incluso para los muy abiertos de orejas, el meter a Hank Williams con los Stooges era una apuesta arriesgada, de la que no se esperaba que pudiera surgir un nuevo género musical: el alt-country.

Estilo cuyas esencias están condensadas en No Depression (1990), maridaje intenso de la crudeza punk y la pureza del Country con la lucha de clases de fondo.


Obra imprescindible para entender rock alternativo y faro que hizo que muchos se volvieran hacia el Midwest yankee a la búsqueda de otros grupos con similar sensibilidad que los efímeros Uncle Tupelo.

Y seguro que en las tiendas de la época, cerca de los CDs de los Tupelo y sus derivados (Wilco y Son Volt) aparecían The Jayhawks y su radiante Country-folk.



Con Hollywood Town Hall (1992) y Tomorrow The Green Grass (1995), la banda de Gary Louris y Mark Olson inicia un recorrido triunfante por el Americana con temazos como “Waiting For The Sun”, “Two Angels”, “Wichita”, “Blue”, “I´d Run Away”, “Miss Williams´ Guitar”. Canciones de pulidas armonías vocales y sentimiento inflamado, como las que hacía Gram Parsons, que puede que también hubiese tirado por el pop como hicieron posteriormente los Jayhawks, tras la marcha de Olson.



Primera parada de este viaje persiguiendo al Americana. Para los que quieran saber más, la verdad está en Toma Uno, el programa de Manolo Fernández, en Radio 3.

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