Como el torero maduro, al que ya
le cuesta entrar en el traje de luces, pero que se aferra a la arena de la
plaza.
Gallardo y arrogante, con nuevo disco bajo el capote, se pasea Raphael por radios y televisiones, haciendo alarde de agallas para arrimarse al toro Decadencia y salir victorioso.
Gallardo y arrogante, con nuevo disco bajo el capote, se pasea Raphael por radios y televisiones, haciendo alarde de agallas para arrimarse al toro Decadencia y salir victorioso.
Ignorando los murmullos que dicen
que 71 años ya es edad para cortarse la coleta, Raphael piensa: ¿Qué
sabrán esos?
¿Cómo me voy a marchar si vengo
de triunfar en el Sonorama, festival en el que me batí con decenas de miles de indies y me los comí a todos?
¿Quién se retira justo cuando
Alex de la Iglesia te propone volver al cine y en las marquesinas de los teatros
ya se anuncia una nueva temporada de Jekyll
y Hyde?
¿Cómo lo voy a dejar si Madrid es
mío y ya tengo firmadas 20 fechas entre Noviembre y Diciembre?
Cierto es que De Amor y Desamor
(2014), es una revisión sinfónica de parte de su repertorio. Pero cuando eres
dueño de una producción tan inmensa, seguro que da rabia el que el gran público
sólo te identifique con un puñado de clásicos.
Porque calidad no le faltan a “Provocación” o “Detenedla ya”, robadas al histéricoMillán Salcedo Raphael de los 80s. O a la más conocida “En Carne Viva” también
del maestro Manuel Alejandro, que sabía como nadie, regalarle a Raphael esos temas, desgarrados
e intensos, ideales para que el niño de Linares se vaciase sobre el
escenario.
Algo que siempre ocurre en uno de sus himnos personales, “Qué sabe nadie”.
Porque calidad no le faltan a “Provocación” o “Detenedla ya”, robadas al histérico
Algo que siempre ocurre en uno de sus himnos personales, “Qué sabe nadie”.
Imprescindible en sus conciertos,
en ella están presentes las señas de identidad del artista: los crescendos incontenibles, la ambigüedad, la
rebeldía, el valor para desnudar su corazón y el puño apretado al espetarle al mundo que nunca podrá con él.
También se incluyen temas de sus
comienzos, como la delicada “Desde aquel día”. Caballo de Belmonte, que el divo
se ha marcado como señal de que, cuando no la pueda interpretar, será la hora
de dejarlo.
Y de cuando las
canciones aún eran excusas para que Raphael liberase ese torrente que amarraba en
su garganta, están la despedida desconsolada de “Amor Mío”, y unas más festivas
“Hay Momentos de Amor” y “Ámame” que cierran el disco y levantan el ánimo del oyente que llega
hasta allí, abrumado por la tormenta emocional de este gigante, que ya habla de
nuevo disco con canciones inéditas para Enero del 2015.
En este proyecto, la cordobesa
Vega le devolverá el favor que Raphael le hizo con “Wolverines” y sirve de
ejemplo de cómo las nuevas generaciones se acercan a esta figura irrepetible de la
música de este país.
Porque Camilo fue un bluff y Julio se fue pronto a Miami, y no es tan nuestro como
Raphael.
Porque se morirá dándole
vueltas a un nuevo proyecto, a un nuevo disco, una nueva gira, a una nueva
excusa para volver a plantarse sobre las tablas y recibir el abrazo de SU
público que lo reafirmen en eso que canta en “Frente al espejo”:
"...soy el mismo.
menos tersa la piel, quizás
unos años de más, tal vez
pero tengo ilusiones como cuando era un niño
y me doy por entero cuando encuentro cariño
y me olvido del tiempo cuando empiezo a cantar."
Todo devoción, respeto y encandilamiento. Así habla un fan y un crítico positivo.
ResponderEliminarEstoy entregado. Esta navidad, no se va a oír otra cosa en toda La Rosa.
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