viernes, 20 de diciembre de 2013

CINDERELLA. LA VOZ DE LOS OLVIDADOS.



     Una de las llamadas medidas morales que introdujo Mijail Gorbachov en la U.R.S.S. fue la lucha contra el alcoholismo. Se limitaron las ventas de bebidas alcohólicas, se persiguió a los ciudadanos que diesen muestras de embriaguez en la vía pública o en su trabajo, se censuraron las escenas de borrachera de las películas… y se organizó en la capital un festival de música para apoyar la lucha internacional contra las drogas, en asociación con la Fundación Make A Difference.

Dicha fundación era dirigida por el traficante convicto y manager de rock, Doc McGuee, y formó parte de una condena aplicada a McGhee, tras tratar de introducir varias toneladas de marihuana en Carolina del Norte. Así mismo, en ese festival actuaron Sebastian Bach, Richie Sambora, Ozzy Osbourne y todos los Mötley Crüe, que nunca han sido ejemplo de sobriedad.

Anyway, el llamado Moscow Music Peace Festival ´89, evento culmen y a la vez, canto del cisne del Glam Metal, llevó a lo más vistoso de ese estilo al corazón del comunismo, en un célebre vuelo que viajó “cargado” no sólo de instrumentos y  músicos.  

Cosas del Hard Rock 80.

En aquel cartel de infarto que congregó a 240.000 metal heads soviéticos al Lenin Central Stadium, aparecían como grandes atractivos los punteros The Scorpions, Bon Jovilos Crüe; Ozzy ejerciendo de padrino de todos ellos; y nuevas promesas tales como los anfetamínicos Skid Row y una banda de Philadelphia de imagen espantosa, que ofrecía una personal visión del género, haciéndole amplio hueco al blues y al rock sureño.

Un grupo especial que permanece como un secreto para muchos amantes del rock n´roll que aún no han tenido la suerte de conocer la música de Cinderella.


Tras ser descubiertos por Jon Bon en el Club The Empire, de Philly, este les recomendó a Mercury Records, que les publica su debut, Night Songs (1986). Con un hard rock eficaz pero, quizás demasiado incrustado en su época, se dan a conocer con el lascivo single “Shake Me” y saltan a la fama por la frecuente rotación que la balada “Nobody´s Fool” tiene en la MTV.

En el clip, se resaltan las cualidades del alma y líder de la banda, Tom Keifer: su porte ambiguo, semejante a un Steve Tyler gótico, su enorme feeling como guitarrista, su buen gusto como compositor, y, sobre todo, una garganta venenosa, imposible de confundir.


Virtudes que despliega en sus giras con Bon Jovi, Poison o David Lee Roth, colocando a Cinderella como la gran esperanza del rock de la Costa Este, frente a la marea de glam rockers que pueblan Sunset Strip.

Esto, y los tres millones de copias del Night Songs (1986), les da libertad para intentar zafar de modas a su segundo LP, el poderoso Long Cold Winter (1988).

La evolución se percibe desde la intro blusera de la inicial “Bad Seamstress Blues-Fallin´Apart At The Seams”. Los slides, el repiqueteo del birimbao y el fraseo de la armónica inundan la canción hasta que rompen las guitarras eléctricas como muestra del sueño de Keifer: unir pasado y presente, y enchufarle más voltios al sonido de Stones, Aerosmith, ZZ Top y las bandas de blues-rock americanas.


Su segundo tema, el single “Gypsy Road”, una de los favoritas de los fans, nos deja un riff y un estribillo inolvidables, y antecede a la power ballad del álbum, “Don´t Know What You Got  (Till Its Gone)”.

Aquí no hay revisión del pasado y se factura una canción, sentida y hermosa, pero que sigue el ABC de las baladas de su época.

Eso sí, dio pie a uno de los momentos definitivos del rock de los 80s. Cuando en los shows de Cinderella se tocaba “Don´t know..” , la audiencia debía levantar la vista para contemplar cómo una plataforma descendía desde el techo con Keifer tocando un enorme piano de cola blanco.

Sublime.

Tras ella, destacan la melodía de “The Last Mile”, el espíritu de Led Zeppelin apareciéndose por los surcos de la grandiosa “Long Cold Winter”, y composiciones de calidad (“If You Don´t Like It” ,“Fire And Ice”), aunque más convencionales donde se ve que todavía no han cortado amarras con su primer trabajo.

Mención aparte merece la conmovedora “Coming Home”, y su sensibilidad acústica recubierta de piel eléctrica. 


Con su tercer larga duración, mi adorado Heartbreak Station (1990), se dobla la apuesta y se le cose a la bandera sudista de la Unión, toques Soul en coros de voces negras e instrumentos de viento, con resultado avasallador.

La abrasiva “The More Things Change”, el entusiasmo que destila “Shelter Me”, el emotivo crescendo de “Heartbreak Station”, el duelo al sol que evoca “Dead Man´s Road”…joyas que fueron ignoradas por un público que comenzaba a mirar a Seattle. A esto se le une la interrupción del Heartbreak Station Tour, cuando Tom escupe sangre en un ensayo y se le diagnostica una grave afección en las cuerdas vocales, de la que le ha costado recuperarse, varios años de cirugía y entrenamiento.

El fracaso de  Still Climbing (1994) condena a Cinderella, un grupo nacido para la gloria del Estadio a fajarse, actualmente, con Faster Pussycat, Night Ranger o Winger, en los clubs del circuito revival americano.

No obstante, su modesta propuesta actual, no le resta un átomo de grandeza a obras de arte como Long Cold Winter (1988) y Heartbreak Station (1990). Álbumes de sabor añejo, cuyas esencias clásicas los han conservado sin fecha de caducidad, y que aún hoy son defendidos en directo por la punzante voz de un hombre que morirá siendo estrella del rock.


 “Los mejores momentos de mi vida han estado siempre encima de un escenario, con mis mejores amigos y haciendo lo que siempre me ha gustado, tocar y cantar”. Tom Keifer (1993). 

1 comentario:

  1. Vaya, estás que lo petas con el glam metal. Con esta entrada y la anterior de Bon Jovi queda pisada por completo, creo, una que tenía pensada hace tiempo sobre este género.
    Mis recuerdos sobre la joven y vieja Cenicienta son tan nítidos que puedo visualizar y verbalizar cada una de sus canciones, por lo menos hasta el gran Long Cold Winter. Esa voz de Tom Keifer que te ganaba desde el primer momento, rota y raspada hasta el máximo. Las imágenes del Moscow Música Peace Festival las recuerdo como si fueran ayer. El concierto fue retransmitido por TVE en un programa especial un sábado por la noche y se quedó para siempre en mi memoria. No ha habido concierto más grande después del Woodstock, aunque fuera fruto de las delictivas acciones de MaCgee o que el evento estuviera preparado según las pretensiones de unos creidísimos Bon Jovi.
    Allí fue donde un esplendoroso salvaje animal llamado Sebastian Bach gritó un envenenado y alcohólico grito deseando la caída del Muro de Berlín, y no sé si tuvo algo que ver, pero un mes más tarde la pared mencionada ya estaba en el suelo. Lo que no consiga esta música no lo consigue nada.
    Viva el rock y el heavy metal.
    Una entrada para la nostalgia.

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